Foto retrato de Ingrid Bergman

Edición Sunset

Noviembre 2024


Una entrega mensual online con información y recomendaciones sobre cine clásico, jazz y los artistas del pasado.

Fotografía retrato de Gene Tierney

En esta edición nos toca celebrar a una de las actrices con más gracia, belleza y elegancia que haya visto el Hollywood clásico. Gene Eliza Tierney nació el 19 de noviembre de 1920 en el seno de una familia adinerada de New York y dio sus primeros pasos en el mundo de la actuación arriba de las tablas, con algunos pequeños papeles en Broadway.

Su primer gran éxito llegó en la costa este con la obra The Male Animal (1940), y entre el público estaba Darryl F. Zanuck, que pronto la llevó para la Fox. Algunos de sus primeros papeles incluyen Tobacco Road (1941) de John Ford y Rings on Her Fingers (1942) de Rouben Mamoulian. Luego trabajó con Ernst Lubitsch en la comedia Heaven Can Wait (1943) que tuvo una gran recepción.

Probablemente su protagónico más recordado arribaría con el del film noir Laura (1944) de Otto Preminger junto a Dana Andrews. Luego, interpretaría a una obsesiva femme fatale en otro noir con mezcla de melodrama y en Technicolor: Leave Her to Heaven (1945) de John M. Stahl, la película más exitosa de la Fox de los años 40.

Otras películas de la década incluyen The Razor’s Edge (1946) de Edmund Goulding y dos de Joseph L. Mankiewicz: Dragonwyck (1946) y la romántica The Ghost and Mrs. Muir (1947). En 1950 realizó tres film noirs, dos en colaboración nuevamente con Preminger: Whirlpool y Where the Sidewalk Ends, también con Dana Andrews. La tercera fue Night and the City de Richard Widmark.

La década de los 50 la encontró protagonizando junto a John Lund, Thelma Ritter y Miriam Hopkins la comedia The Mating Season (1951) de Mitchell Leisen. Tras finalizar su contrato con la Fox, trabajó con Spencer Tracy en Plymouth Adventure (1952) y con Clark Gable en Never Let Me Go (1953). Su última película de la década fue el drama de guerra The Left Hand of God (1955) de Edward Dmytryk junto a Humphrey Bogart.

Catalogada como la mujer más bella de la pantalla grande, Gene Tierney era sin dudas hermosa pero mucho más que eso. Quien la vea en cualquiera de sus interpretaciones podrá percatarse de un estilo único para articular el texto y caracterizar sus personajes, desde una dulce sonrisa enamorada hasta la más criminal de las miradas. Al atravesar, sobre todo, el film noir de los años 40, nos encontramos con ella como una protagonista imprescindible del género.

Si hay alguien que puede desplegar ritmos fascinantes, esa es Eleanor Powell. Aquí no solo la podemos ver en el número final de la película Lady Be Good (1941), sino que podemos observar el detrás de escena que salió, narrado por Gene Kelly, en That’s Entertainment III (1994). Además de maravillarnos con el talento de esta zapateadora de otro planeta, nos deleitamos con el imponente proceso de filmación del cine musical.

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Fotografía retrato de Hoagy Carmichael

Ha llegado el momento de celebrar a uno de los pilares de la música popular del siglo pasado: el talentosísimo Hoagy Carmichael, compositor y músico que con su pluma dio forma al jazz y a la música estadounidense.

Nació el 22 de noviembre de 1899 en Bloomington, Indiana, en medio de una humilde familia rodeada de música con distintas formas de tocar el piano. En la década del 20, Hoagy ya estaba tocando, grabando y componiendo. Sus influencias iban desde el ragtime, pasando por el blues hasta la música clásica.

Cuando comenzaba a definir su método de composición, Hoagy grabó no solo una de sus canciones más memorables, sino lo que sería una de las más bellas melodías jamás creadas. Inicialmente grabada solo en piano, Stardust tuvo su versión orquestal con varios miembros de distintas bandas, incluidos los hermanos Dorsey, en 1927, y luego recibió letra de Mitchell Parish en 1929. Isham Jones y Bing Crosby la grabaron más tarde con arreglo de Victor Young y el resultado fue un éxito que se convertiría en uno de los grandes estándares del jazz.

En 1929 se mudó a NewYork y comenzó a formar parte del vibrante panorama musical de Tin Pan Alley. Ese mismo año Louis Armstrong grabó su versión de Rockin’ Chair, y al año siguiente Hoagy compuso dos canciones inolvidables: Georgia on My Mind y Up a Lazy River. En 1933 comenzó una colaboración con el letrista Johnny Mercer, con quien crearía más de 30 canciones, incluidas Lazybones, Skylark y In the Cool, Cool, Cool of the Evening.

Pronto, la carrera de Hoagy empezó a girar en torno a la industria cinematográfica, componiendo para películas y realizando sus propias apariciones en pantalla. Algunas de sus participaciones incluyen To Have and Have Not (1944), The Best Years of Our Lives (1946), Canyon Passage (1946) y Young Man with a Horn (1950).

Con más de 50 canciones convertidas en éxitos y cientos de composiciones en su haber, el legado de Hoagy Carmichael es incuestionable. The Nearness of You, Heart and Soul y Ole Buttermilk Sky son otros de sus temas más recordados que continúan siendo interpretados. Sin dudas, se trata de un arquitecto de melodías únicas que con delicadeza y suavidad invocan lo más profundo de nuestros sentimientos.

Póster de The Letter (1940)

Por Mery Linares

@meryandthemovies

William Wyler debe ser uno de los mejores directores de la era dorada de Hollywood en retratar la psiquis femenina. Siempre con esa precisión justa para que su cámara sea una confidente de aquellos personajes donde el mundo exterior las sacude y las cincela. El abanico de posibilidades en la filmografía de este director es infinita, al punto que coquetea con una gran cantidad de géneros bajo un dominio artesanal digno de admirar eternamente.

El director, nacido en 1902 en una familia de Mulhaus, región francesa, conquistó Hollywood gracias a su capacidad de montar relatos de intensidad dramática abordando su propio género, el de los conflictos domésticos donde la tiranía de pensamientos y palabras están más cargados de pólvora que un arma. 

Dentro de ese marco ubicamos a la joya que exhibe toda la proeza de este director que es The Letter (1940) y que cuenta con la magistral colaboración de Bette Davis, la reina preciada de Warner Brothers en aquel tiempo. Esta película no solo cumple con el pilar fundamental de Wyler sino que, a través de los estudios cinematográficos, se puede inscribir dentro del género film noir por varias razones, como la reconstrucción de un crimen, el contraste de luces y sombras y el juego de la moral. Sin embargo, lo que realmente la distingue es el logro de Davis, quien, a diferencia de muchos actores en la historia del cine, logra generar un género propio. Esta no es solo una película de cine negro, es una película de Davis. 

La escena de apertura de esta película es una de las mejores de la historia del cine, y no, prometo que no es una hipérbole. En una atmósfera expectante de una noche de luz de luna nos adentramos en una residencia en la que en segundos escuchamos el rugido de una pistola y la cámara se acerca a los ojos de Bette Davis que condensan sentimientos encontrados. Cada milímetro es punzante, cala profundo y es imposible de olvidar.

A partir de este inicio, la película reconstruye el hecho a través del testimonio de Leslie Crosbie, en la piel de Davis, cuya elegancia e impasibilidad generará incertidumbre en el abogado amigo de la familia. Quien nunca duda es su esposo, el administrador de una plantación de esa tierra desconocida, Singapur. Pero todo da un giro cuando surge una carta escrita del puño de Leslie que sembrará la duda en quienes la rodean y en la propia audiencia, jugando con nuestras expectativas.

Aquí radica la magia de esta película: un relato que desentraña con maestría la duplicidad de un personaje cuya mirada, con una precisión casi quirúrgica, revela la sutil frontera entre los sentimientos que coexisten en su ser y desborda el filo del amor, con una cita que solo la oscuridad del cine negro podía permitir: «Con todo mi corazón, sigo amando al hombre que maté».

Esta historia está basada en la obra de teatro homónima de W. Somerset Maugham, obtuvo siete nominaciones a los Premios Oscar y sería parte de la racha inigualable de Wyler, quien fue nominado cinco veces consecutivas como Mejor Director y por Mejor Película, entre ellas, Wuthering Heights (1939), The Letter, The Little Foxes (1941), Mrs. Miniver (1942) y The Best Years of Our Lives (1946). 

Cuenta la leyenda que Bette Davis y William Wyler eran amantes desde que hicieron juntos Jezebel (1938) y se dice que ambos peleaban fogosamente. Hasta la misma Davis admitió que en el rodaje de La Carta discutían sobre la composición de su personaje, algo que el mismo equipo de la película admitió que generaba una atmósfera de tensión y drama hasta la última escena de la película.

«Lo hice a su manera… Sí, perdí una batalla, pero la perdí ante un genio… Muchos directores eran tan mediocres que tenía que tomar el control. Inseguros, sin creatividad, temerosos de defender sus ideas, no me ofrecían la seguridad que este tirano me brindó». Esto decía Bette sobre Wyler, dos corceles indomables que lograron bordar en esta joya cinematográfica el peso de una pasión oculta.

No se puede negar la potencia, la presencia y la capacidad de improvisación que tenía Pearl Bailey en cada una de sus presentaciones, y esta interpretación en el programa de Ed Sullivan de 1969 no es la excepción. Antes de que el presentador deje el escenario, Pearl lo agarra y lo invita a cantar You’re Nobody Till Somebody Loves You con ella, en lo que se podría clasificar como un dúo inesperado.

Lo que sucede después es pura magia, humor y hasta zapateo de parte de Pearl que le da indicaciones a la orquesta en medio de la canción y se acomoda a los cambios como si fuera cosa de todos los días.

Charles Brackett

Charles Brackett
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Nacido el 26 de noviembre de 1892 en Nueva York, Charles Brackett fue un guionista, productor y escritor cuyos aportes en el arte de las palabras lo convirtieron en una figura inevitable del cine clásico. En sus inicios, Brackett se dedicó a la escritura en medios y fue también crítico de teatro. En los años 20 y 30, empezó a formar una carrera en Hollywood que resultaría en más de 40 películas como guionista o productor.

En 1936, firmó contrato con la Paramount e inició una de las colaboraciones más icónicas de la industria junto a Billy Wilder. Empezaron creando los guiones para directores que ya tenían su prestigio en Hollywood, incluidos Mitchell Leisen, Howard Hawks y Ernst Lubitsch. Cuando Wilder dio el salto hacia la dirección, Brackett lo siguió en su primer periodo.

Juntos realizaron 16 colaboraciones de guion que incluyen: Ninotchka (1939), Midnight (1939), Hold Back the Dawn (1941), Ball of Fire (1941), The Major and the Minor (1942) The Lost Weekend (1945), A Foreign Affair (1948) y Sunset Boulevard (1950). La dupla, que en varios casos lo tiene a Brackett como productor y Wilder como director, fue una de las más fructíferas del cine de esta era y nos dejó algunos de los guiones más ingeniosos y memorables del séptimo arte.

En esta época y en el marco de sus trabajos para la Paramount también escribió el guion de To Each His Own (1946) junto a Jacques Théry, que tuvo una enorme recepción, y The Mating Season (1951), ambas dirigidas por Mitchell Leisen. Tras terminar su asociación con Wilder en 1950, se trasladó a la Fox y fue guionista y productor de Niagara (1953) y Titanic (1953). También produjo más de 10 películas, incluida The King and I (1956) de Walter Lang.

A veces la supremacía actual del director puede llevarnos a olvidar el trabajo colectivo detrás de la producción cinematográfica, en el que el rol del guionista aporta la estructura fundamental para una gran obra. Uno de los periodos más fecundos de Billy Wilder trae asociada su colaboración con Brackett, con quien formaba una gran dupla, pero que era también un gran escritor por su cuenta. Y no son pocas las comedias románticas con mezcla de sátira, así como los dramas intensos, que nos quedan como testimonio de ello.

Introducida en 1932 en el musical de Broadway Walk a Little Faster, April in Paris es una canción de Vernon Duke y Yip Harburg que se convirtió en un estándar clásico del jazz y del Great American Songbook. La primera grabación es del año siguiente con la banda de Henry King y la voz de Joseph Sudy. Décadas más tarde, en 1956, llegó una de las versiones más populares de la mano de Count Basie que grabó un álbum del mismo nombre. Pueden disfrutar de ambas versiones a continuación.

Boris Karloff en Arsenic and Old Lace

Una de las comedias negras más inolvidables de los años 40 llegó a los cines de la mano de Frank Capra con Arsenic and Old Lace (1944), pero su historia es una adaptación de un éxito teatral. Escrita por Joseph Kesselring en 1939, Arsenic and Old Lace se estrenó en Broadway en 1941 y tuvo más de 1400 funciones hasta 1944, y una cantidad similar en la producción londinense.

El reparto original estaba compuesto por parte del elenco que vemos en el film, incluidas Josephine Hull y Jean Adair como las adorables Abby y Martha Brewster, y John Alexander como Teddy Brewster. Pero uno de los roles protagónicos en la obra estaba encarnado por una figura central del cine de terror que no aparece pero se menciona en el film: el gran Boris Karloff como el tétrico fugitivo Jonathan Brewster.

Obra Arsenic and Old Lace
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En la película se dice de Raymond Massey, en el rol de Jonathan, que se parece a Boris Karloff y en la obra se hace el mismo chiste pero en la voz del mismísimo Karloff:

Dr. Einstein: Ah, no deberías haberlo matado, Jonny. Era un tipo simpático. Nos llevó en el coche y, ¿qué pasó?

Jonathan: Dijo que me parezco a Boris Karloff.

Mientras parte del elenco era reemplazado en las tablas durante la filmación de la película, Karloff permaneció en su papel debido a que los productores temían una baja en las ventas con la mayoría de los actores en los estudios de Warner. Aunque la película se filmó en 1941, no se estrenó hasta 1944 por una cuestión de contratos entre las productoras; la película no debía interferir con las funciones en Broadway, por lo que esperaron a que la obra cierre en cartelera para estrenarla en cines.

El éxito tanto de la obra como de la película fue rotundo. Como dice algún póster, la historia es tan divertida que es inolvidable y así fue para el público de la década del 40. A lo largo de los años, Boris Karloff volvería a repetir el papel en varias ocasiones en teatro, radio y televisión. A continuación, les dejamos para escuchar la interpretación de Karloff en lo que probablemente sea la versión radial de 1946.

Si hay algo que distingue a los inicios de la animación de Disney es su capacidad para invocar las emociones más elementales de forma bella, y esto es lo que trasmite con sencillez el corto de Silly Symphonies de Disney llamado The Old Mill, estrenado el 5 de noviembre de 1937. Bajo la dirección de Wilfred Jackson y con la música de Leigh Harline, el corto nos presenta una serie de animales que viven alrededor de un viejo molino cuya paz se ve interrumpida por la llegada de la tormenta.

Los pequeños detalles de animación y el dominio de la música en el desarrollo son lo que hacen de este corto una joya, así como la intensidad emocional con la que se cuenta una historia tan simple. Sin una palabra de por medio y en unos pocos minutos nos vemos totalmente involucrados en el destino de unos animalitos que acabamos de conocer. Así, Disney nos prueba su maestría a la hora de contar historias.

The Innocents (1961) – Jack Clayton

Póster de The Innocents de Jack Clayton
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Foto de perfil de Celina Alba Posse

Por Celina Alba Posse

@capicomenta

Octubre y la spooky season son historia, pero no puedo dejar pasar la oportunidad de hablar de una película de terror que este noviembre celebra 63 años desde su estreno en cines. ¿Qué puede hacer una institutriz de mediados del siglo XIX, viviendo en una mansión remota y convencida de que la misma está embrujada, para proteger a sus dos pupilos? Este es el dilema central que presenta la cinta de terror gótico The Innocents (1961), del director inglés Jack Clayton.

Además de estar basada en la novela The Turn of the Screw (Otra vuelta de tuerca) de Henry James, la película cuenta con el guion de William Archibald y el mismísimo Truman Capote (que tres años antes había publicado su icónica Breakfast at Tiffany’s).

Llamada «Suspense» en España y «Posesión satánica» en Latinoamérica, el largometraje de Jack Clayton es considerado uno de los más destacados exponentes del género de casas embrujadas del cine clásico. Y, al igual que en otros grandes filmes del subgénero, tales como Rebecca (1940) de Hitchcock, donde la mansión Manderley actúa como cómplice de los secretos y fantasmas que esconden sus habitantes, o The Haunting (1963) de Robert Wise, en la que Hill House parece tener voluntad propia, en The Innocents, la mansión Bly Manor se convierte en un personaje imprescindible.

En las tres películas, las casas no solo funcionan como escenarios, sino como entidades que parecen cobrar vida. Bly Manor, al igual que Manderley y Hill House, no es simplemente un lugar físico, sino un catalizador de lo paranormal, y en parte responsable de la paranoia de los personajes de carne y hueso que llevan adelante la trama. 

En The Innocents, la historia sigue a la Señorita Giddens, una típica institutriz inglesa, encarnada por la magnífica Deborah Kerr, quien es contratada para cuidar de dos niños huérfanos, Miles (Martin Stephens) y Flora (Pamela Franklin) en el remoto caserón. Aunque al llegar a la mansión la institutriz encuentra únicamente a Flora y al ama de llaves, no tarda en arribar Miles, quien ha sido expulsado del internado al que asistía. El motivo de la expulsión se mantiene en secreto en la carta que el director envía a la institutriz, aunque ella no puede evitar sospechar que se trata de algo inquietante.

Aunque desde el inicio de la película los niños generan desconfianza en el espectador (en especial Miles, que nos muestra una mirada de amenaza latente), el verdadero quiebre de la señorita Giddens ocurre cuando empieza a ver los espectros de Peter Quint y la señorita Jessel, antiguos empleados de la mansión y amantes, que murieron allí no mucho tiempo atrás.

Desde el aspecto visual, The Innocents se destaca por su escalofriante cinematografía, responsabilidad del brillante Freddie Francis. La poca luz, el juego con las sombras y el contraste entre estas dos hacen que la historia se perciba doblemente sofocante y sombría. The Innocents sorprende por la ambigüedad de su desenlace. ¿La institutriz está realmente viendo a los fantasmas de los antiguos empleados o está perturbada mentalmente? ¿Se enfrenta a un peligro sobrenatural o a la locura? ¿El de deceso de Miles se debe a que efectivamente se encontraba poseído o se trata de un caso fortuito? Son misterios que quedarán a criterio de cada espectador… ¿La única certeza? Cualquier película que hoy muestre a un personaje atravesando una mansión tétrica con un candelabro en mano quedará bajo la sombra de Deborah Kerr haciendo exactamente lo mismo seis décadas antes.

Este segmento del programa de Ed Sullivan podría ingresar en la categoría de tríos eternos. Peggy Lee interpreta junto a los Righteous Brothers Yes, Indeed! el 7 de noviembre de 1965. La canción de estilo espiritual, compuesta en 1941 por Sy Oliver, nos invita a cantar, gritar y aplaudir junto a estos tres talentos musicales.

Casablanca (1942) – Tráiler y reseña

El clásico entre los clásicos. La historia de un amor perdurable en tiempos de conflicto y decisiones difíciles. Uno de los directores más prolíficos de la Warner Bros., Michael Curtiz, nos regaló Casablanca en 1942 con un reparto de lujo: Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Paul Henreid, Claude Rains, Conrad Veidt, Sydney Greenstreet, Peter Lorre y Dooley Wilson. Aquí disfrutan del tráiler y leen nuestra reseña de esta joya inmortal.

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Póster de Ben-Hur (1925)

100 años de MGM

Junto a Mery Linares, repasamos 15 de las películas más emblemáticas del estudio del león, a 100 años de su surgimiento.

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