Edición Sunset
Diciembre 2024
Una entrega mensual online con información y recomendaciones sobre cine clásico, jazz y los artistas del pasado.
Marlene Dietrich
Cerrando el año, nos toca celebrar a una figura ineludible de la edad de oro de Hollywood, una actriz que encapsuló el estilo y el glamour de una época del cine y marcó con su presencia la pantalla grande. Nacida el 27 de diciembre de 1901 en Alemania, Marlene comenzó su carrera en el teatro y en el cine silente alemán en la década del 20.
En un revue musical al estilo de Broadway, en 1929, el director Josef von Sternberg encontró a su Lola Lola para el film The Blue Angel (1930), el primer largometraje con sonido sincronizado en alemán. Tras su interpretación de una cantante de cabaret que destruye la reputación de un maestro respetable, con su primera película Marlene alcanzó reconocimiento internacional, y nació una estrella.
Similar a otra actriz de ojos amplios y acento extranjero que ya pisaba suelo americano desde el cine mudo, Marlene cruzó el charco y firmó contrato, en este caso con la Paramount. Más allá de los esfuerzos de marketing de los estudios por promoverla como la respuesta alemana a Greta Garbo, más adelante Marlene afirmaría que la competencia era inexistente.
Ya en Estados Unidos, Von Sternberg y Dietrich trabajaron juntos en seis películas entre 1930 y 1935. El director colaboró en la construcción de la imagen de la actriz y la guió en sus primeros trabajos en Hollywood. En Morocco (1930), compartió una intensa y acalorada pantalla con Gary Cooper en una historia de entrega al amor como pocas hemos visto.
Las otras colaboraciones con el director incluyen Dishonored (1931), Shanghai Express (1932), Blonde Venus (1932), que protagoniza junto a Herbert Marshall y Cary Grant, The Scarlet Empress (1934) y The Devil Is a Woman (1935), que fue, según Marlene, la película en la que alcanzó su mayor belleza en pantalla.
A finales de los años 30, exploró el terreno de la comedia con películas como Desire (1936), en la que se reunió con Gary Cooper, Angel (1937) de Ernst Lubitsch y Destry Rides Again (1939), con James Stewart.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Marlene fue de las actrices más comprometidas con el trabajo de asistencia y el entretenimiento de las tropas, y realizó más de 500 apariciones personales en el frente.
En la posguerra, Dietrich continuó demostrando su talento en la pantalla grande. Las películas más destacadas de esta época comprenden: A Foreign Affair (1948) de Billy Wilder, Stage Fright (1950) de Alfred Hitchcock, el drama de juicio y misterio Witness for the Prosecution (1957), también de Billy, donde compartió pantalla con Charles Laughton y Tyrone Power, y Touch of Evil (1958), dirigida por Orson Welles. Su último rol de peso fue en Judgment at Nuremberg (1961), de Stanley Kramer.
Además de su estatus de estrella del cine y de ícono cultural, Marlene es sinónimo del entretenimiento en los escenarios de los clubes nocturnos. Sus últimos años de carrera la vieron arriba de las tablas haciendo lo que ya hacía en Berlín en los años 20: fascinar a los espectadores con su presencia, su talento y su manera hipnótica de interpretar.
4 películas de Navidad
Para celebrar esta época del año especial, junto a Mery Linares conversamos acerca de cuatro películas navideñas del cine clásico y sus elementos distintivos. Comentamos: It’s a Wonderful Life (1946) de Frank Capra, The Bishop’s Wife (1947) de Henry Koster, Remember the Night (1940) de Mitchell Leisen y Meet Me in St. Louis (1944) de Vincente Minnelli. Lo pueden escuchar mientras disfrutan de un pan dulce a continuación.
Betty Grable – Are You Kiddin’?
La pinup favorita de la Segunda Guerra Mundial fue mucho más que eso; era una triple amenaza hecha y derecha. Aquí Betty Grable lo demuestra cantando y zapateando en la comedia musical Footlight Serenade (1942).
My Fair Lady (1964) – George Cukor
Por Mery Linares
@meryandthemovies
My Fair Lady: Podría verla toda la vida
Se cumplen 60 años de My Fair Lady, una de las películas más sensacionales de aquella época desde la estética, la dirección y las actuaciones; un verdadero abanico de talento que intentaré desentrañar en este comentario. La película tiene una extensión de casi tres horas que en aquel momento se proyectaba con intervalo, algo que se ha convertido en esta época en algo casi de mal gusto pero lo cierto es que el metraje lo vale cada segundo ya que es un monumento digno de admiración de tanta artesanía y elegancia cinematográfica. Asimismo, entre canción y canción se puede escuchar una reflexión sobre la sociedad y su lucha de clases, pero principalmente sobre cómo se esculpe la identidad, lo que proporciona un rico debate hasta nuestros días.
Para empezar, me parece pertinente mencionar de dónde se erige esta película. Todo comienza en Irlanda, en 1923, cuando el fértil filósofo, filólogo, dramaturgo e inventor Bernard Shaw publica la obra Pigmalión, que deja entrever su visión del socialismo fabiano y reflexiona sobre la diferencia entre las clases sociales y como la lingüística, la ropa, el vocabulario van surcando la sociedad.
Esta fue la inspiración para una obra de teatro en Broadway y luego en una película. Me parece fascinante como un texto puede inspirar tantas lecturas con adaptaciones sin límites.
A modo de homenaje de este sueño que es My Fair Lady intentaré desarrollar el comentario como si tuviera la fachada de una obra de teatro ya que la película es una gran muestra de cuando el cine se apoya en una teatralidad controlada y refinada.
Backstage: El sueño de Jack Warner
Cuenta la leyenda que el productor Jack Warner asistió a la obra homónima en Broadway que se estrenó por primera vez en 1956 y que en aquel momento era todo un éxito. Los protagonistas eran el gran Rex Harrison y una dulce y desconocida Julie Andrews, quienes deslumbraron en cada escena con su talento. Fascinado con lo que vio, Warner no dudó un segundo y tuvo el sueño de trasladar esa historia a la pantalla grande.
La maquinaria de Warner apostó por todo. La película costó 17 millones de dólares, una cifra descabellada para la época pero así fue como consiguieron toda la artillería de talentos. Jack obtuvo los derechos por la suma de 5 millones de dólares y el rodaje se extendió por un año. El encargado del guion fue Alan Lerner, a quien conocimos por An American in Paris (1951). Para el libreto musical y sus acordes, tuvieron a los mismísimos Frederick Loewe y André Previn y como coreógrafo a Hermes Pan.
No perdamos vista que era un musical, por lo que no cualquier director podía tomar semejante desafío. Para ello, Jack consiguió a George Cukor, un director que se nutrió en el teatro y luego se abrió paso en Hollywood como el ‘director de mujeres’ por su estilo sofisticado y su capacidad de conjugar humor, romance y crítica social.
En cuanto a los intérpretes, Jack decidió contar con los actores originales como Rex Harrison como el profesor Higgins y Stanley Holloway como el padre de Eliza, pero ¿dónde estuvo la controversia? A Jack Warner no le parecía que Julie Andrews tuviese todavía el brillo de estrella, esa capacidad para hacer que la gente llene salas. Es por eso que busco a Audrey Hepburn para darle vida a la inolvidable vendedora de flores Doolittle.
Pero la vida siempre ofrece revancha. Ese mismo año, Julie Andrews deslumbró al mundo con su interpretación en Mary Poppins, un papel que le valió un merecido Oscar. Aunque Audrey Hepburn no fue nominada por su trabajo en My Fair Lady, y la prensa intentó sembrar rivalidad entre ellas, ambas se comportaron como verdaderas reinas: mantuvieron una relación cordial y se apoyaron mutuamente durante la temporada de premios, demostrando clase y elegancia en todo momento, tal como lo hubiesen hecho sus personajes.
Pero lo que persiste de esta obra cinematográfica es la explosión visual que se desprende de la estética, el diseño de producción y ¡los vestidos! con signos de exclamación porque es una belleza cómo acompañan cada paso del arco del personaje de Eliza. El responsable de esto fue el icónico Cecil Beaton, un fotógrafo, pintor, diseñador de vestuario y modista británico que se encargó de cada detalle para darle el tono perfecto de la película.
Y desde su estreno en 1964, la película se convirtió en un éxito de taquilla, ganó 8 premios Oscar incluyendo a Mejor Película y es considerada por el American Film Institute como la octava Mejor Película Musical de la historia.
Acto: Un florista y sus flores
Como dije anteriormente, esta película respira teatralidad, al punto que hay fotogramas que parecen pintados o incluso los actores parecen figuras de porcelana. El pulso de Cukor da cuenta de su proeza de años: el ritmo es preciso, los decorados son grandiosos y la cámara acompaña el punto de inflexión de Eliza, donde la canción The Rain in Spain entremezcla sofisticación, humor y sensibilidad. Aunque mi favorita es I Could Have Danced All Night, un momento de euforia y transformación que es hasta emocionante y la dirección de Cukor evidencia su sobrenombre del director de mujeres o el que mejor captó a Audrey.
Porque esta película es Audrey Hepburn. Aunque lo primero que nos muestran los libros es su aparición en Breakfast at Tiffany’s (1961), mi tesis es que la mejor Audrey está en esta película. Cada gesto, cada mirada, cada movimiento refleja la mayor dificultad que tiene un intérprete: encarnar un personaje en plena metamorfosis, y Audrey lo realiza con un carisma y una facilidad que es indeleble. Desde la escena en la que habla por primera vez con ese acento del mundo Cockney hasta cuando grita: “Come on, Dover! Come on, Dover! Move your bloomin’ arse!”, en medio de toda la aristocracia inglesa, cada momento suyo forma el corazón de la película, porque entre todo el decorado que subraya la idea del artificio, es claro que no se puede esculpir la identidad pero sí disfrazarla.
Por otro lado, tenemos a Rex Harrison que es también inolvidable como el detestable profesor Henry Higgins con su método de ‘speak-sing’ que refuerza las ideas de su personaje: imperioso y cerebral. Bajo la dirección impecable de Cukor, la química y las interpretaciones de Harrison y Audrey son las grandes flores de esta película.
Intervalo: Cecil Beaton, Cecil Beaton y Cecil Beaton
Es casi una tesis indiscutible: la película es el artificio de Cecil Beaton. Los detalles, el color, los vestidos y los ambientes son lo que hacen de esta película un legado estoico en la cultura popular. Tomemos la escena de Ascot, donde el despliegue visual es apabullante, una vidriera de moda, elegancia y sofisticación. Cada línea negra y blanca resalta la tensión y el dramatismo de la presentación de Eliza Doolittle en la alta sociedad. Y solo Audrey podría haber vestido con tanta naturalidad semejante sombrero entre tanta estilización.
Leyendo sobre la película me encontré con un artículo maravilloso de El País escrito por la periodista Mariola Cubells en el que recompone lo más interesante del libro Diario de rodaje de My Fair Lady. En este libro el mismo Cecil Beaton reconstruye cada paso de confeccionar este histórico musical. En el artículo la periodista además explora la relación entre Audrey Cecil y cómo ambos terminaron apoyándose mutuamente. Hasta comparte lo que la actriz le escribió tras ver el libro:
Querido C.B.:
Desde que tengo uso de razón, he deseado ser guapa. Anoche, mirando las fotos, durante un breve instante, me pareció serlo, y todo gracias a ti.
Audrey.
Audrey: siempre lo serás y esta película es la esencia de tu legado.
Final: Podría verla toda la vida (se lee con el acorde de I Could Have Danced all Night)
Ya sea por la emblemática dirección de Cukor, el perfeccionismo de Cecil Beaton, el esplendor de Audrey Hepburn, la magnífica interpretación de Rex Harrison, la grandiosidad de cada ambiente, la belleza y el estilismo de cada plano, la música, la teatralidad e incluso toda la complejidad que aborda entre tanto artificio, My Fair Lady es una película que podría ver toda la vida.
Bing Crosby & Frank Sinatra – White Christmas
Dos inevitables en esta época del año, Bing Crosby y Frank Sinatra, comparten una cena navideña luego de interpretar juntos uno de los grandes éxitos de Irving Berlin e himno absoluto de las fiestas: White Christmas. El fragmento es del especial de televisión Happy Holidays de 1957.
Sammy Davis Jr.
Tiempo de recordar a un artista multifacético que es la personificación de la música y el entretenimiento. Nacido el 8 de diciembre de 1925 en Harlem, Nueva York, Sammy Davis Jr. creció rodeado de música y baile. Hijo de dos artistas y performers del circuito de vaudeville, el destino de Sammy parecía estar ligado al espectáculo desde el comienzo.
Se inició a los tres años como parte del Will Mastin Trio, junto a su padre y su padrino. A los siete años, protagonizó el corto satírico Rufus Jones for President (1933) donde ya lo podemos ver desplegando todo su carisma cantando y bailando.
Bajo la tutela de la leyenda del tap Bill ‘Bojangles’ Robinson, Davis perfeccionó sus habilidades en la danza. Era un verdadero hombre orquesta: bailaba, actuaba, cantaba y tocaba varios instrumentos como el piano, la trompeta y la batería a un nivel profesional, además de destacar como comediante. Incluso el término de amenaza cuádruple le queda chico.
Tras su paso por el ejército, Davis retomó su carrera artística con su acto familiar, pero rápidamente se destacó como solista. En los años 50, su carrera despegó gracias a presentaciones en clubes nocturnos y espectáculos en Broadway, como Mr. Wonderful (1956). Al mismo tiempo, se convirtió en una figura recurrente en la televisión y el cine, apareciendo en películas como Porgy and Bess (1959).
En 1959 se unió al grupo informal de cantantes llamado Rat Pack, integrado también por sus amigos Frank Sinatra, Dean Martin, Peter Lawford y Joey Bishop. El grupo realizó varias películas juntos, incluida Ocean’s Eleven (1960), así como presentaciones en Las Vegas.
En la década de los 70, revivió su carrera musical con canciones como The Candy Man y exploró otros medios, incluyendo la televisión, donde dejó su huella en el programa especial Movin’ with Nancy.
La versatilidad de Sammy es inigualable. Podía pasar de interpretar una balada emotiva a realizar un número de comedia o un impresionante solo de tap en cuestión de momentos. Es de esos talentos que parecen naturalmente imposibles y, sin embargo, allí está y hoy nos sigue entreteniendo de igual forma. Un talento que estaba destinado al escenario más allá de todos los obstáculos.
Sophie Tucker – Toot Toot Tootsie Goodbye & Some of These Days
Pocos cantantes pueden expresar lo que expresa esta mujer al interpretar cada palabra de cada una de sus memorables canciones. Puro vaudeville, locos años 20 y presencia magnética, incluso a través de la pantalla chica, nos regala Sophie con esta versión de dos clásicos en el programa de Ed Sullivan: Toot Toot Tootsie Goodbye y su icónica Some of These Days.
Michael Curtiz
Michael Curtiz, nacido como Manó Kaminer el 24 de diciembre de 1886 en Budapest, Hungría, es uno de los directores más prolíficos e influyentes en la historia del cine, y un ineludible en nuestra sección de detrás de cámara. Su carrera abarcó desde los más tempranos inicios del cine mudo hasta el Hollywood más dorado de todos, con una capacidad para trabajar en múltiples géneros y de dirigir una enorme cantidad de buenas películas. Algunas de ellas cubren las más icónicas del período.
Curtiz nació en una familia judía de Budapest y de chico se sintió atraído por el teatro. Se inició como actor en un grupo de teatro ambulante y poco después se introdujo en el cine. En 1912, dirigió y protagonizó Ma és holnap (Hoy y mañana), considerada la primera película del incipiente cine húngaro.
Su carrera como director despegó rápidamente, dirigiendo numerosas películas en distintas ciudades europeas. Para el final de la década ya era uno de los principales directores húngaros. En Viena trabajó en grandes producciones bíblicas como Sodom und Gomorrha (1922) y Die Sklavenkönigin (La reina esclava, 1924), que destacaron por su ambición visual y narrativa. Esta última llamó la atención de los hermanos Warner que pronto lo contactaron para llevarlo a Hollywood. Antes de viajar, en 1926 Curtiz ya había dirigido 64 películas.
A pesar de saber poco y nada de inglés, rápidamente su estilo visual marcado por el uso del movimiento fluido de cámara y la iluminación expresionista, así como la minuciosa preparación de cada historia, marcó una distinción entre los directores. Durante los primeros años, trabajó en películas mudas y talkies parciales, como Noah’s Ark (1928), la primera producción épica de Warner, protagonizada por Dolores Costello.
En los años 30, exploró el género de terror con Doctor X (1932) y Mystery of the Wax Museum (1933), ambas con un uso temprano del Technicolor. Pero su salto a la fama llegó con películas de aventuras como Captain Blood (1935), protagonizada por Errol Flynn y Olivia de Havilland, que marcó el inicio de una fructífera colaboración entre los tres. Esta unión incluyó The Charge of the Light Brigade (1936) y The Adventures of Robin Hood (1938).
La década del 40 estuvo plagada de grandes films. Entre ellos, dirigió la película del amor en tiempos de guerra por excelencia: Casablanca (1942), protagonizada por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. Otras películas de la década comprenden The Sea Wolf (1941), Yankee Doodle Dandy (1942) -un musical patriótico protagonizado por James Cagney-, comedias ligeras como Life with Father (1947) y el clásico del noir Mildred Pierce (1945), que revitalizó la carrera de Joan Crawford.
En los años 50, Curtiz se destacó por dirigir uno de los films que se convertiría en un clásico indiscutido de la época navideña: White Christmas (1954). También dirigió Young Man with a Horn (1950), We’re No Angels (1955) y King Creole (1958). Su última película fue el western The Comancheros (1961) con el gran John Wayne.
A lo largo de su carrera, Curtiz dirigió más de 100 películas y exploró prácticamente todos los géneros. Con la Warner trabajó en un período ininterrumpido de 28 años e hizo más de 86 películas, incluidas algunas de las más representativas de la época y del cine estadounidense.
Cuando repasamos su relevancia en la historia del cine, es imposible no pensar en Curtiz como un verdadero trabajador del séptimo arte, no solo por su nivel de producción industrial, sino por su maestría y capacidad para manejar diferentes géneros con la misma excelencia. Sin dudas, todo lo que aprendió en Hungría en el nacimiento del cine le dio las bases para crear el mejor cine que Hollywood supo producir y convertirse en un verdadero arquitecto de las historias audiovisuales.
It’s a Good Day – Doris Day & Bing Crosby
En este programa de Philco Radio Time de diciembre de 1946, Bing Crosby quiere cantar junto a Peggy Lee una canción que ella compuso junto a su marido Dave Barbour y que se convertiría en uno de sus temas más clásicos: It’s a Good Day. A continuación, pueden disfrutar de la versión de esta dupla de voces aterciopeladas.
Mercury Theatre
En Broadway también existe el teatro independiente y los años 30 verían a un joven Orson Welles desarrollarse en este área. En 1937, Welles fundó junto al productor John Houseman la empresa Mercury Theatre, que se asentaría en el Comedy Theatre de Broadway para dar lugar a puestas de Orson de pura cepa.
Algunas de las obras incluyeron una adaptación de The Tragedy of Julius Caesar (1937-38), Heartbreak House (1938) con Geraldine Fitzgerald y una adaptación de Native Son (1941).
La compañía corrió como un río entre formatos: del teatro a la radio y de la radio al cine. A la par de sus producciones en las tablas, en 1938 la CBS invitó a Welles a crear su programa de una hora de duración que llamó The Mercury Theatre on the Air. Con Orson como protagonistas -y, a veces, co-protagonista-, el programa presentó versiones de Dracula, Treasure Island, The Count of Monte Cristo, así como el famoso episodio de The War of the Worlds en el que múltiples oyentes omitieron la ficción y creyeron en una invasión extraterrestre.
Durante la Segunda Guerra, Welles produjo un show de variedades que se llamó The Mercury Wonder Show, como modo de entretenimiento para los soldados. En una carpa con espacio para 1.500 personas, se erigió un show de magia y teatro gratuito para los hombres de uniforme que contó con la participación de figuras como Joseph Cotten, Agnes Moorehead -que formaban parte del elenco del Mercury Theatre-, Rita Hayworth y Marlene Dietrich.
Ya en Hollywood, Welles firmó contrato con RKO y creó una unidad de producción con parte de la gente del Mercury, entre quienes se encontraba el compositor Bernard Herrmann. Este proyecto resultaría en los primeros trabajos de Welles en el cine: Citizen Kane (1941) y The Magnificent Ambersons (1942).
Terminada la colaboración con el estudio, Welles continuó utilizando el nombre Mercury para diversos proyectos pero, sobre todo, continuó trabajando con muchos de los actores del grupo original, quienes aparecen en muchas de sus posteriores películas.
King-Size Canary (1947) – MGM
En 1947, MGM presentó un corto animado dirigido por Tex Avery que se convertiría en un clásico de la animación: King-Size Canary. Tiene animales en combate, una bebida mágica que los hace crecer indefinidamente, música de Scott Bradley y ruptura de la cuarta pared, como corresponde. Para algunos de nosotros, volver a verlo es un viaje nostálgico hacia la infancia.
Cat People (1942) – Jacques Tourneur
Por Celina Alba Posse
@capicomenta
Cat People (1942) o La Marca de la Pantera, una de las películas más influyentes e icónicas de la historia del cine de terror, cumple 82 años este diciembre, y es imposible no rememorar algunos de los detalles más jugosos en torno a su producción…
Junto a I Walked with a Zombie (1943) y The Leopard Man (1943), este filme forma parte de una trilogía de películas de terror que su director, Jacques Tourneur, realizó al servicio del mítico productor de cine Clase B Val Lewton, que en ese entonces trabajaba bajo el ala de la RKO Pictures. Estas películas terminaron de cementar la decadencia de los monstruos clásicos que habían dominado la pantalla durante los años 30.
La trama nos adentra en la vida de Irena Dubrovna, interpretada por Simone Simon, una mujer de origen serbio que sospecha que su linaje está marcado por una maldición: según una antigua leyenda serbia, las mujeres de su pueblo se convierten en panteras cuando se exponen a sentimientos como los celos o a la pasión. Esta creencia, profundamente arraigada en ella, amenaza con desestabilizar su matrimonio con Oliver (Kent Smith), llevándola al borde de la supuesta transformación.
Lo que hizo tan especial a Cat People fue, además de presentar una variante de los cuentos de licantropía u hombres lobos (mujeres pantera en este caso), su enfoque en lo que no se ve. En lugar de mostrar al monstruo de forma directa como lo que se había hecho hasta ese entonces decenas de veces, especialmente con los entrañables monstruos clásicos de Universal Pictures, Tourneur y Lewton apostaron a manipular la imaginación del público. ¿Los ejemplos más recordados? Escenas como la famosa persecución en la piscina o el uso del «autobús de Lewton».
El primer jumpscare
Otro elemento destacado de la trama de la película es el triángulo amoroso que se forma a través del personaje de Alice (interpretada por Jane Randolph), compañera de trabajo del marido de Irena. La relación de Alice y Oliver se convierte en un pilar del conflicto de la historia, al ir desvelando la naturaleza Irena a través de los celos de esta.
Esta tensión se ve reflejada en una de las escenas más recordadas de la película, donde Alice camina sola por las oscuras calles de la ciudad, con Irena acechándola de cerca. El silencio se vuelve abrumador, con el único sonido de los zapatos de Alice acompañando sus pasos. Justo cuando parece que Irena va a atacarla, el sonido de un autobús irrumpe, produciendo el primer jumpscare de la historia, recurso que sería bautizado como el «autobús de Lewton».
Este recurso narrativo, especialmente popular en el cine de terror, está diseñado para asustar por medio de una sorpresa, visual o auditiva, repentina, que es inofensiva con respecto a la amenaza real que anticipa el espectador.
Un éxito 100% original
La película terminó recaudando alrededor de 27 veces lo que costó producirla, un resultado sin dudas impresionante para una película de bajo presupuesto y en una época de enorme competencia en Hollywood. Asimismo, fue el primer éxito de Val Lewton como jefe de la unidad de terror en RKO Pictures. Esto abrió camino para otros grandes clásicos de terror como I Walked with a Zombie (1943), The Leopard Man (1943), The Seventh Victim (1943), Bedlam (1946) y consagró a la RKO como uno de los principales estudios de la década.
Otro detalle que vale la pena destacar, es que Cat People no se basa en ninguna novela u obra literaria preexistente: el guion, escrito por DeWitt Bodeen, fue una idea original de Lewton. Eso sí, ambos tomaron inspiración de diversas fuentes culturales y literarias como mitos sobre licantropía y cuentos folclóricos serbios (aunque no hay un mito per se similar al de la trama de la película).
Más de ochenta años después, la película de Jacques Tourneur sigue impactando por lo que fue capaz de lograr a pesar de las limitaciones presupuestarias, tecnológicas y culturales de aquel momento. Como dijo Val Lewton: «We tossed away the horror formula right from the beginning» («Descartamos la fórmula del horror desde el principio»). Y esa decisión de apartarse de las fórmulas tradicionales del género, como las que habían impuesto los monstruos de Universal en los años 30, fue lo que permitió que la película se convirtiera en un hito dentro del vasto y glorioso mundo del cine de terror.
Judy Garland & Mickey Rooney – You’re So Right For Me
Estos dos sí que son el uno para el otro. Quienes comenzaron una amistad como estrellas juveniles en los estudios de la MGM en los años 40 se reúnen en este episodio de The Judy Garland Show del 8 de diciembre de 1963. Judy se descalza los zapatos, Mickey hace su comedia, y juntos rememoran los pasos del vaudeville al ritmo de You’re So Right For Me.
Leave Her to Heaven (1945) – Tráiler y reseña
¿Qué se debe hacer con una mujer celosa? Se pregunta el tráiler de Leave Her to Heaven, una película en la que Gene Tierney encarna a una mujer envenenada por un amor posesivo en un contexto que mezcla film noir, melodrama y Technicolor.
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100 años de MGM
Junto a Mery Linares, repasamos 15 de las películas más emblemáticas del estudio del león, a 100 años de su surgimiento.