Agosto 2024

Fotografía retrato de Lucille Ball

Es tiempo de celebrar a una de las mujeres más trascendentes en la historia del entretenimiento, la actriz, productora, comediante y líder de la televisión del siglo XX: Lucille Ball. Nacida el 6 de agosto de 1911 en New York, su carrera de más de 50 años sería un camino hacia el reinado absoluto de la comedia en la pantalla chica.

Tras un breve paso por la escuela de artes dramáticas en New York, Lucille empezó a trabajar como modelo en 1928. Bajo el nombre de Diane Belmont, realizó algunos trabajos como chorus girl en Broadway durante un corto tiempo.

En los años 30, se trasladó a Hollywood y obtuvo sus primeros roles secundarios bajo contrato de RKO, incluyendo Room Service (1938) con los hermanos Marx y Follow the Fleet (1936) junto a Fred Astaire y Ginger Rogers. Con esta última -con quien desarrollaría una amistad de toda la vida- y Katharine Hepburn trabajó, en un rol más importante, en Stage Door (1937) de Gregory LaCava.

En 1940, protagonizó el musical Too Many Girls de RKO. En el reparto se encontraba Desi Arnaz, quien se convertiría en su compañero de vida y de pantalla. A principios de los 40, firmó contrato con MGM y partició en musicales como Du Barry Was a Lady (1943) junto a Red Skelton y Gene Kelly, y Ziegfeld Follies (1945). Otras películas de la época incluyen el film noir The Dark Corner (1946) de Henry Hathaway y el drama Easy Living (1949) de Jacques Tourneur.

Con una presencia principalmente asociada a películas de menor nivel de producción, Lucille apostó también a las apariciones en radio. Así fue que protagonizó la comedia My Favorite Husband para la CBS, que se extendió entre 1948 y 1951. El buen recibimiento introdujo la idea de llevar el programa a la televisión y ella aceptó con la condición de que el rol de su esposo lo interpretara su esposo de la vida real, Desi Arnaz.

Para concretar el proyecto televisivo, la pareja se puso al hombro la producción del programa y ambos fundaron la productora independiente Desilu en 1950. Juntos produjeron el piloto del show y, como no convenció a la CBS, que estaría encargada de la distribución, decidieron llevar la idea como acto de vaudeville para obtener la reacción del público en vivo. La premisa de la esposa que quiere participar a toda costa de los shows musicales de su marido fue un éxito absoluto y los ejectuvios quedaron convencidos.

En octubre de 1951, los televidentes presenciaron el inicio de la mítica sitcom I Love Lucy, que seguiría hasta 1957. El programa lideró en términos de audiencia durante la mayoría de sus temporadas e introdujo varias innovaciones en la forma de grabar para televisión (con múltiples cámaras y público en vivo). Tras su divorcio con Desi, Lucy compró su parte de la empresa y se convirtió en la directora de la productora, que realizaría otros shows esenciales como The Untouchables, Star Trek y Mission: Impossible.

En las décadas siguientes, su desarrollo de sitcoms para la CBS continuó con The Lucy Show (1962–68) y Here’s Lucy (1968–74). Estos años también la vieron volver a los musicales en las tablas y en la pantalla grande, con la obra Wildcat entre 1960 y1961, y la película Mame (1974).

Como artífice del entretenimiento, maestra de la comedia y pionera de la producción televisiva, Lucy llevó la alegría a millones de hogares y se consolidó como un ícono delante y detrás de las cámaras. Si bien destaca por su aporte en la comedia televisiva, su extensa carrera en distintos medios y géneros es prueba de su vasto talento para entretener. Todavía hoy no podemos para de decir «I Love Lucy».

Hora de disfrutar de nuestro dúo favorito de Singin’ in the Rain. Gene Kelly y Donald O’Connor interpretan una tapera versión de Makin’ Whoopee en este especial de la NBC de 1959.

Póster de The Band Wagon

Por Mery Linares

@meryandthemovies

MGM, Minnelli, Astaire y más, así es el entretenimiento

La cocinería de MGM y la artesanía de Vincente Minnelli dieron a luz en 1953 uno de los mejores musicales de la historia del cine clásico de Hollywood: «Brindis al amor». El film tiene como protagonistas al gran Fred Astaire, que da una de sus más sentidas interpretaciones, y a la inigualable Cyd Charisse. 

Puede que no tenga la popularidad de «Cantando bajo la lluvia» pero lo cierto es que en «Brindis al amor» se pueden trazar varías simetrías: si la primera es sobre el ocaso de una forma de hacer cine, la segunda es sobre la decadencia de un actor. Ambas muestran cómo llevar a cabo el oficio ya sea para la pantalla grande o para delante de bambalinas, levantan el telón y nos adentran en el detrás de escena y nos muestran el mundo sincero al que pertenecen. Además, ambos musicales están producidos por Arthur Freed y comandados por el guión de Arthur Green y Betty Comden, una pareja creativa que sabía cómo captar los quehaceres del oficio.

Asimismo, «Brindis al amor» es una obra maestra que tiene ese don de parecer eterno ya que logra solidificar, a través del humor y la inteligencia, lo que siempre suele pasar en la vida: el sentir de que las artes y los artistas tiene fecha de expiración. Pero lo cierto es que cuando hay crisis sorteada con pasión y alegría, estas se convierten en el antídoto de cualquier decadencia. Además, consigue cristalizar toda la mística que tiene la elaboración de una obra de teatro pues para quienes se consideren fanáticos del teatro, esta película es un canto al oficio. 

En «Brindis al amor», Fred Astaire interpreta a Tony Hunter, una antigua estrella de películas musicales que, tras tres años de ausencia en la pantalla, ha comenzado a perder a su público. En busca de revitalizar su carrera, Tony decide regresar a sus raíces en Nueva York protagonizando una obra escrita por sus amigos y dirigida por un director extravagante que aporta ideas muy alocadas a la producción. Mientras tanto, Tony y su actriz principal, interpretada por Cyd Charisse, no se llevan bien, lo que convierte los ensayos de la obra en una auténtica pesadilla.

Una virtud de visitar el cine de antes es que uno puede unir puntos entre si el arte imita a la vida o la vida imita al arte. Así es como en «Brindis al amor» se pueden hallar varias similitudes entre la narrativa de la película y las historias personales de los que participaron en ella. Un caso destacado es el de la pareja de amigos de Tony, interpretados por Oscar Levant y Nanette Fabray, que parece reflejar la relación entre Green y Comden. Aunque estos últimos no estaban casados, comprendieron que, para el público, su conexión profesional era más convincente si lo estaban.

Otro ejemplo, fue el de Fred Astaire que para aquel entonces quería retirarse del oficio. Sin embargo, luego de su éxito en Easter Parade, la MGM no perdió oportunidad en proponerle un contrato en el que pudiera quedarse. Pero Astaire ya era una estrella que parecía haberlo dado todo, y el cine y la actuación parecían estar cambiando. Es por eso que las preguntas y la inseguridad que inundan en el personaje de Tony Hunter casi que hacen eco en Astaire: ¿soy relevante aún?, ¿todavía puedo aportar algo?. Hasta podríamos decir que es Bette Davis en «All about Eve» pero en medio de un musical. 

«Vamos a dejar esto claro. No soy Nijinsky. No soy Marlon Brando. Soy el hijo de la señora Hunter, Tony, un hombre de canto y baile.» Estas palabras de Astaire encapsulan una de las mejores interpretaciones de su carrera. No solo brilla en lo actoral, sino que también ofrece un despliegue magistral de todos los estilos de baile que dominaba: desde coreografías con objetos hasta danzas elegantes y números llenos de humor.

Pero también tenemos a Cyd Charisse que va a realizar un protagónico por primera vez y quien encuentra en su personaje la similitud de tener que enfrentar nuevos desafíos. En esta película, Cyd prueba que no solo era una bailarina magnífica sino que era una gran intérprete de las historias que cuentan sus bailes.

Astaire y Charisse brillaron en todos los pasajes pero el que será eterno es Dancing In The Dark, donde la pureza de sus trajes y sus movimientos precisos y elegantes se unen para una autenticidad que solo los musicales pueden entregar. En este caso, los dos bailarines hablan a través del cuerpo sin emitir ni un solo sonido y las palabras quedan cortas, es la magia inexplicable.

Pero solo Vincente Minnelli podría haber dirigido esta historia con tantos subtextos e ideas sobre el arte, la industria y el oficio. De toda su extensa filmografía, esta película es sin duda una de sus grandes huellas en la meca del cine. «Brindis al amor» es una vidriera de su proeza para registrar cuerpos danzando, para tratar el color y para balancear distintas tonalidades y registros tanto en la narrativa como en los personajes. Sobre todo, es el único que pudo siempre jugar con la guerra legendaria entre el arte y la industria. Y para ejemplificar, cómo no mencionar el número musical The Girl Hunt Ballet en donde Astaire y Charisse se divierten bailando y personificando a los elementos del noir que culmina en una fusión entre ambos estilos en un espectáculo de más de 10 minutos. 

Si quedan dudas sobre todo lo que se puede desprender de «Brindis al amor», lo puede reafirmar la última escena donde Fred Astaire, Cyd Charisse, Nanette Fabray, Jack Buchanan y Oscar Levant  juntos al unísono cantan “El mundo es un escenario, ¡Y el escenario es un mundo de entretenimiento!”. Arte y vida, vida y arte, da igual. That’s entertainment.

Fotografía de Louis Armstrong

Nacido el 4 de agosto de 1901 en Nueva Orleans, Louis Armstrong es hasta el día de hoy una de las figuras más influyentes de la música popular. Trompetista, vocalista y entertainer nato, Satchmo tuvo una carrera de más de 50 años y marcó para siempre la historia del jazz.

Convocado desde chico por la música y la impronta cultural de New Orleans, empezó a tocar en distintas bandas y a aprender música en la década de 1910. En 1922, se unió a la banda de King Oliver en Chicago como cornetista, donde sus habilidades excepcionales rápidamente lo hicieron destacar. Aquí comenzó a realizar sus primeras grabaciones y a desarrollar su estilo.

En 1924, Louis fue invitado a la orquesta de Fletcher Henderson en New York City, una de las bandas más importantes de esta época, y se cambió a la trompeta. Al año siguiente, volvió a Chicago y formó los Hot Five, con quienes grabó sus primeros hits, incluidos Potato Head Blues y Struttin’ with Some Barbeque.

Con la grabación de Heebie Jeebies de 1926, el grupo obtuvo fama a lo largo del país. En esa canción, Louis grabó por primera vez un segmento de scat, un tipo de improvisación vocal que no solo se volvería distintivo de su sonido, sino característico de todo el jazz. Louis es considerado una figura central en el Renacimiento de Harlem, un movimiento cultural centrado en el barrio de Manhattan durante los años 20 y 30.

En la década del 30, desarrolló principalmente su carrera como vocalista, interpretando canciones de su amigo Hoagy Carmichael, como las célebres Stardust y Lazy River. Aquí su particular y original estilo de fraseo e interpretación se hace evidente, haciendo el sonido de su voz y el de la trompeta prácticamente intercambiables.

En los años 40, con el jazz viviendo un momento de declive, Louis formó el grupo All Stars, que incluía a distintos músicos de la era del swing y el Dixieland, como Earl Hines y Jack Teagarden. El grupo también estuvo compuesto por músicos que acompañaron a Louis durante muchos años, como Trummy Young y Billy Kyle.

A lo largo de su carrera, Satchmo también incursionó en el mundo de las películas. Su paso por Hollywood incluye varios musicales como Pennies from Heaven (1936), High Society (1956) y The Five Pennies (1959).

En los 50, colaboró con Ella Fitzgerald en tres discos que nos dejan ver la magia de la unión de dos talentos fuera de este mundo: Ella and Louis (1956), Ella and Louis Again (1957) y Porgy and Bess (1959).

Ya convertido en un ícono cultural, en los 60 volvió a las listas de éxitos con su versión de Hello, Dolly!, canción que se convertiría en la más vendida de su carrera. Otras de sus canciones más populares incluyen What a Wonderful World, Dream a Little Dream of Me, When You’re Smiling y When the Saints Go Marching In.

Louis no fue solamente un talento excepcional con una voz única y una increíble habilidad para la trompeta y la intepretación. Él encarnó y llevó adelante una cultura y una forma especial de hacer y sentir el arte popular. Con una presencia que roba hasta a la más distraída de las miradas, al verlo y oírlo no podemos hacer más que sonreír.

Fotografía publicitaria de Alfred Hitchcock
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Foto de perfil de Celina Alba Posse

Por Celina Alba Posse

@capicomenta

Repasá la incomparable carrera del maestro del suspenso y sus películas esenciales en este artículo.

Dolores Gray fue una actriz y cantante que incursionó en todos los medios del entretenimiento desde los años 40. En este episodio de The Ed Sullivan Show de agosto de 1958, Dolores interpreta el clásico de Cole Porter I Love Paris, compuesto para la producción de Broadway del musical Can-Can de 1953.

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El día de Navidad de 1940, en el Ethel Barrymore Theatre, un musical diferente llegaba a las tablas de Broadway. Era el estreno de Pal Joey, una obra basada en la novela de John O’Hara bajo la dirección George Abbott. Detrás de la música estaba la célebre dupla de Richard Rodgers y Lorenz Hart, para lo que se considera la mejor de sus obras. Desde su estreno, Pal Joey tendría 374 funciones hasta agosto del año siguiente.

La premisa del rol protagónico de la obra, Joey Evans, es la de un amoral pero encantador mujeriego que queda tensionado entre dos mujeres. El actor que lo encarnara debería ser principalmente bailarín en lugar de cantante y contar con un encanto capaz de remediar su conducta reprochable. Tenía que ser un antihéroe querible. En esta primera puesta de la obra, el rol de Joey Evans fue nada más y nada menos que para Gene Kelly, en lo que sería su primer protagónico en Broadway.

El musical resultó en una innovación dentro de la fórmula habitual del género debido a los dilemas y conductas de los personajes. Como buen estreno con músicos destacados introdujo algunos estándares que se cantan hoy, principalmente I Could Write a Book y Bewitched, Bothered and Bewildered. Esta última incluye referencias explícitamente sexuales en su letra, lo que no era común en los musicales de esta época.

Pal Joey significó el gran despegue de Gene en las tablas. Apenas dos años más tarde, llegaría a la pantalla grande junto a Judy Garland en For Me and My Gal (1942). Entre el reparto de la obra se encontraban también Van Johnson y Stanley Donen, el futuro asistente coreográfico y compañero de dirección de Gene.

Aunque no nos quedan grabaciones de la producción, sí tenemos una filmación casera de partes de la obra y de las afueras del teatro. Esta fue realizada por la actriz del elenco June Havoc y captura a nuestro querido Gene en acción.

Apenas un año después de la primera aparición de Mickey Mouse en Steamboat Willie, Walt Disney produjo y dirigió el primer corto animado de la serie Silly Symphony. En él, un grupo de macabros esqueletos se levantan durante la noche para bailar al unísono y hacer música en medio de un escalofriante cementerio. La animación de Ub Iwerks y la música de Carl W. Stalling se conbinan a la perfección en este simple corto que sería una gran influencia en el terreno de lo spooky.

Póster de Sudden Fear
El póster pertenece a su correspondiente autor o propietario.

Por Leandro A. Cuellar

@leandroacuellar

Sudden Fear es un film noir de 1952 dirigido por David Miller y estelarizado por una deslumbrante Joan Crawford, quien recibió una nominación a Mejor Actriz en los premios de la Academia por esta película. Además, actúan Jack Palance y Gloria Grahame.

Al inicio de la trama, la exitosa novelista Myra Hudson (Joan Crawford) rechaza a Lester (Jack Palance) como actor para una adaptación de su libro. Sin embargo, al poco tiempo se encuentran en un tren, se enamoran y, más tarde, se casan.

La felicidad de Myra no dura mucho tiempo cuando descubre que su esposo, junto a la señorita Irene (Gloria Grahame), planean algo terrible en su contra. Todo se sale de control en este grandioso noir, poco conocido y con éxito limitado en su estreno.

Es importante destacar que la dirección de fotografía de Charles Lang contribuye en gran medida a generar tensión en el ambiente. En la escena en que Myra se esconde en la casa de Irene podemos observar claroscuros que intensifican el suspenso.

Por otro lado, es destacable la interpretación de Joan Crawford como Myra, una mujer inteligente y apasionada. En ese momento, la actriz tenía alrededor de 48 años, que es la edad aproximada de su personaje. En cambio, Irene, quien toma el rol de la femme fatale, se presenta como una mujer más joven.

En definitiva, Sudden Fear es un film noir que ha sido poco conocido y no es particularmente popular. Aún así, es una película que merece ser vista por quienes deseen deslumbrarse con Joan Crawford, así como por su inesperado final.

Los motivos por los cuales una canción se convierte en un éxito en determinado momento son muchas veces inexplicables. En 1947, el compositor Irving Taylor y el pianista Ken Lane escribieron la canción Everybody Loves Somebody. Ese mismo año, Peggy Lee grabó la primera versión del tema junto a la orquesta de Dave Barbour y, unas semanas más tarde, Frank Sinatra grabaría también su versión. Al año siguiente, un joven Dean Martin en los primeros años de su carrera la cantó en el programa de radio de Bob Hope y también en el programa que tenía con su compañero Jerry Lewis.

La canción no tuvo gran impacto en ninguna de sus versiones entre el público de finales de los 40. Sin embargo, 16 años más tarde, en medio de una sesión de grabación, Ken Lane sugirió que Dino le diera una nueva oportunidad al tema. En uno de los mejores momentos de su carrera y determinado en destronar a los Beatles de las listas de éxitos, Dean grabó la versión de Everybody Loves Somebody que se convertiría en su canción insignia. La canción se publicó en 1964 como parte de un álbum del mismo nombre y alcanzó el primer puesto de Billboard el 15 de agosto de ese año, efectivamente haciendo descender en la lista a A Hard Day’s Night.

A continuación, les dejamos para escuchar las versiones de Peggy, Frank y Dino de los años 40, al igual que el clásico de 1964.

Peggy Lee (1947)

Frank Sinatra (1947)

Dean Martin (1948)

Dean Martin (1964)

The Wizard of Oz (1939) – Tráiler y reseña

«Milagro en celuloide» y «Extravaganza en Technicolor» son algunas de las denominaciones que usa el tráiler para describir a la gran maravilla cinematográfica que es The Wizard of Oz. Dirigido por Victor Fleming y producido por Mervyn LeRoy, este cuento sigue transportando a múltiples generaciones a la dimensión más allá del arcoíris.

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