Si hablamos de divas de la silver screen, no se nos puede pasar el nombre de Joan Crawford. Lucille Fay LeSueur dio sus primeros pasos en el mundo del espectáculo como bailarina en compañías de teatro andante y luego como corista en Broadway.
Su inicio en la gran pantalla sucedió en 1925, bajo contrato de la productora MGM. Su primer papel fue como doble de Norma Shearer en Lady of the Night. Tras una serie de roles de poco impacto, llegó Our Dancing Daughters, que convirtió a Crawford en un ícono de los años 1920s y en una estrella del cine. Su rol en la película junto con sus trofeos en competencias de Charleston le otorgaron el título de verdadera flapper.
Rápidamente se convirtió en una de las principales estrellas del cine mudo y comienzos del cine sonoro de MGM, a la par de divas como Norma Shearer y Greta Garbo. Con esta última protagonizó la película Grand Hotel en 1932.
Su popularidad decayó a finales de la década de 1930 y, durante los años 1940s, realizó varias películas con Warner Bros. Su carrera remontó con el film Mildred Pierce (1945) de Michael Curtiz, por el que recibió un Oscar como mejor actriz. Se trata de un drama con elementos del film noir basado en la novela de James M. Cain sobre la relación patológica de una madre con su hija.
Tras varios años de continuo trabajo, llegó otro hit para la actriz: What Ever Happened to Baby Jane? (1962). En este film, Joan interpreta a una antigua estrella de cine que, tras un accidente que la dejó en silla de ruedas, es cuidada por su hermana Jane, antigua estrella infantil que siente profundos celos por su hermana. El papel de Baby Jane es interpretado por nada más y nada menos que Bette Davis, cuyas confrontaciones con Joan fueron conocidas por el público y alimentadas por la prensa durante años, incluso hasta hoy.
Con altibajos y mucha exposición mediática, Joan Crawford mantuvo una sólida carrera de más de 40 años y es, sin lugar a dudas, una de las actrices más relevantes de la época dorada de Hollywood.