Carole Lombard

Fotografía de Carole Lombard

El 6 de octubre de 1908, en Fort Wayne, Indiana, nacía Jane Alice Peters, quien más tarde sería conocida como Carole Lombard, la reina de la screwball comedy y una de las presencias más avasallantes del Hollywood dorado. A pesar de su corta carrera, su carisma, belleza y potencia para el humor la consolidaron como una de las principales actrices de los años 30.

Tras una temprana incursión en el cine a los 12 años, la joven Jane Alice empezó a llamar la atención en la tierra del cine, y a los 16 años firmó contrato con Fox como Carol. Con el estudio realizó sus primeros papeles secundarios e incluso un protagónico, pero sería con el productor Mack Sennett con quien comenzaría su camino hacia el reconocimiento, como parte de las Sennett Bathing Beauties, un grupo de mujeres en traje de baño que aparecían en cortos de comedia.

A fines de los años 20 llegaron los primeros éxitos. En 1928 protagonizó Me, Gangster de Raoul Walsh, y al año siguiente, sus primeras talkies con la productora Pathé Exchange: High Voltage de Howard Higgin y Big News de Gregory La Cava.

La nueva década la encontraría con un contrato mucho más sólido con la Paramount, en colaboraciones con la estrella del estudio William Powell, quien pronto se convertiría en su esposo. Algunas de las películas de esta época incluyen Man of the World y Ladies’ Man -ambas de 1931 y las primeras dos de tres colaboraciones con Powell-, I Take This Woman del mismo año y junto a Gary Cooper, y No Man of Her Own (1932) con Clark Gable. Entre sus películas de 1933, se encuentra su única incursión en el género de terror: Supernatural de Victor Halperin. Ese año también exploró el melodrama con Brief Moment y White Woman, protagonizada por Charles Laughton.

Un momento clave en su carrera llegaría en 1934 con el estreno de Twentieth Century (1934), la comedia screwball de Howard Hawks que la lanzó al estrellato. Con el espectacular John Barrymore como compañero de pantalla, Carole desplegó su talento para la comedia en una interpretación intensa e hilarante que marcaría el camino de su potencial en el género. Ese mismo año realizó un hipnótico baile con George Raft en Bolero, hizo el musical screwball We’re Not Dressing de Norman Taurog con Bing Crosby, y volvió a trabajar con Gary Cooper en Lady By Choice, con la pequeña Shirley Temple.

En 1935 se juntó por primera vez con Fred MacMurray para la comedia Hands Across the Table de Mitchell Leisen, que tuvo muy buen recibimiento. La pareja fue tan exitosa entre el público que los actores se encontraron en tres películas más: The Princess Comes Across (1936), Swing High, Swing Low (1937) y True Confession (1937).

Otro de sus roles más destacados fue el de la comedia My Man Godfrey (1936) de Gregory La Cava, la última de las tres colaboraciones con William Powell. Luego protagonizó la hilarante Nothing Sacred (1937) de William A. Wellman y con Fredric March, la única película en la que podemos disfrutar de la belleza de Carole en Technicolor.

Ya como una de las estrellas más brillantes en Hollywood, en 1938 inició un camino independiente por fuera de los contratos de estudio. Esta época también coincidió con su matrimonio con Clark Gable, con quien solo realizó un film, y que los volvió una de las parejas más queridas entre el público. En 1939, trabajó con James Stewart en Made for Each Other y con Cary Grant en In Name Only, ambas películas románticas de John Cromwell.

En 1940 continuó indagando el terreno dramático con Vigil in the Night y They Knew What They Wanted. Pero sus dos últimos films la llevaron de vuelta al género en el que brillaba naturalmente y de la mano de dos directores sobresalientes: Mr. & Mrs. Smith de Alfred Hitchcock y To Be or Not to Be de Ernst Lubitsch.

Con solo 33 años, la vida de Carole se vio interrumpida el 16 de enero de 1942, en un accidente aéreo mientras regresaba de vender bonos de guerra. Aunque su carrera no fue extensa como otras, trabajó en más de 40 películas, entre las que se encuentran algunas de las mejores comedias del período clásico. Su impecable timing para el humor y su pasión para encarnar cada uno de sus papeles permanecen como registro de un talento inconfundible, hecho a medida del screwball pero extensible a distintos géneros. Hoy Carole es una prueba de lo enorme que supo ser el cine de antes.

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