Marlene Dietrich

Fotografía de Marlene Dietrich

Cerrando el año, nos toca celebrar a una figura ineludible de la edad de oro de Hollywood, una actriz que encapsuló el estilo y el glamour de una época del cine y marcó con su presencia la pantalla grande. Nacida el 27 de diciembre de 1901 en Alemania, Marlene comenzó su carrera en el teatro y en el cine silente alemán en la década del 20.

En un revue musical al estilo de Broadway, en 1929, el director Josef von Sternberg encontró a su Lola Lola para el film The Blue Angel (1930), el primer largometraje con sonido sincronizado en alemán. Tras su interpretación de una cantante de cabaret que destruye la reputación de un maestro respetable, con su primera película Marlene alcanzó reconocimiento internacional, y nació una estrella.

Similar a otra actriz de ojos amplios y acento extranjero que ya pisaba suelo americano desde el cine mudo, Marlene cruzó el charco y firmó contrato, en este caso con la Paramount. Más allá de los esfuerzos de marketing de los estudios por promoverla como la respuesta alemana a Greta Garbo, más adelante Marlene afirmaría que la competencia era inexistente.

Ya en Estados Unidos, Von Sternberg y Dietrich trabajaron juntos en seis películas entre 1930 y 1935. El director colaboró en la construcción de la imagen de la actriz y la guió en sus primeros trabajos en Hollywood. En Morocco (1930), compartió una intensa y acalorada pantalla con Gary Cooper en una historia de entrega al amor como pocas hemos visto.

Las otras colaboraciones con el director incluyen Dishonored (1931), Shanghai Express (1932), Blonde Venus (1932), que protagoniza junto a Herbert Marshall y Cary Grant, The Scarlet Empress (1934) y The Devil Is a Woman (1935), que fue, según Marlene, la película en la que alcanzó su mayor belleza en pantalla.

A finales de los años 30, exploró el terreno de la comedia con películas como Desire (1936), en la que se reunió con Gary Cooper, Angel (1937) de Ernst Lubitsch y Destry Rides Again (1939), con James Stewart.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Marlene fue de las actrices más comprometidas con el trabajo de asistencia y el entretenimiento de las tropas, y realizó más de 500 apariciones personales en el frente.

En la posguerra, Dietrich continuó demostrando su talento en la pantalla grande. Las películas más destacadas de esta época comprenden: A Foreign Affair (1948) de Billy Wilder, Stage Fright (1950) de Alfred Hitchcock, el drama de juicio y misterio Witness for the Prosecution (1957), también de Billy, donde compartió pantalla con Charles Laughton y Tyrone Power, y Touch of Evil (1958), dirigida por Orson Welles. Su último rol de peso fue en Judgment at Nuremberg (1961), de Stanley Kramer.

Además de su estatus de estrella del cine y de ícono cultural, Marlene es sinónimo del entretenimiento en los escenarios de los clubes nocturnos. Sus últimos años de carrera la vieron arriba de las tablas haciendo lo que ya hacía en Berlín en los años 20: fascinar a los espectadores con su presencia, su talento y su manera hipnótica de interpretar.

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