William Wyler

Fotografía retrato de WIlliam Wyler

Con motivo de los 124 años desde su nacimiento, este julio nos damos el lujo de repasar la vida y filmografía de uno de los hombres más celebrados del cine clásico y dueño del imbatible récord como el director más nominado de la historia de los Oscar: William Wyler.

Escrito en las estrellas

Wyler comienza su historia en el año 1902, en el seno de una familia judía europea, y no da sus primeros pasos en la meca del cine sino hasta 1921, cuando gracias al apoyo de su primo Carl Laemmle —uno de los fundadores de Universal Pictures— se traslada a los Estados Unidos. Su éxito era prácticamente inevitable. Luego de forjarse un lugar en Universal mediante una seguidilla de westerns mudos serie B —la mayoría lamentablemente perdidos—, para fines de los años 30 ya se había consolidado como uno de los directores más respetados del estudio.

Años 30

Su verdadero salto al éxito sería de la mano de Dodsworth (1936), un drama maduro con Walter Huston que le valió su primera nominación al Oscar como director. Esta fue también la primera de varias colaboraciones con el prestigioso productor independiente Samuel Goldwyn, con quien Wyler formaría una de las duplas más fructíferas de la época dorada de Hollywood.

Tan solo dos años después llegó un hito en su filmografía y película que marcaría su primera colaboración con la emblemática Bette Davis: Jezebel (1938). Davis ganó el Oscar por su interpretación y, hasta el día de la fecha, la película es considerada una especie de antesala o antecedente de Gone with the Wind.

La década cerraría con broche de oro con una de las mejores adaptaciones jamás hechas del clásico literario Wuthering Heights (1939) de Emily Brontë, también producida por Goldwyn, y protagonizada por Laurence Olivier y Merle Oberon.

Años 40

Wyler inauguró los cuarenta con dos aclamadas colaboraciones con Davis: el thriller judicial y adaptación de Somerset Maugham The Letter (1940), y el drama familiar con tintes de crítica social The Little Foxes (1941), que sería su última colaboración. Ambas son ejemplos perfectos del cine de prestigio de la época: dirección impecable y actuaciones monumentales. Pero el director solo estaba entrando en calor… 

Mientras la sombra de la Segunda Guerra Mundial se posaba sobre el mundo, estrenó dos dramas bélicos que harían historia, Mrs. Miniver (1942) y The Best Years of Our Lives (1946), ambas multipremiadas —las dos se llevaron el Oscar a Mejor Película y Mejor Director— y con un enfoque sobre la guerra totalmente alejado del heroísmo bélico convencional hollywoodense.

Años 50

Los cincuenta brillarían por dos joyas, tan perfectas como distintas entre sí. En un extremo, el epítome del cuento de hadas moderno Roman Holiday (1953), que además serviría como debut de la inigualable Audrey Hepburn (spoiler: se llevó el Oscar). En el otro, Ben-Hur (1959), quizás su filme más ambicioso y épico, donde Wyler desplegó toda su maestría para dar forma a un espectáculo colosal. Con esta producción, el director regresó temporalmente a los estudios MGM, donde había trabajado brevemente al inicio de su carrera, pero esta vez lo hizo como un director consagrado, llamado a comandar una de las apuestas más grandes del estudio. La película arrasó en los Oscar, llevándose once estatuillas —incluyendo Mejor Película y Mejor Director— y consolidándolo como uno de los grandes arquitectos del cine épico hollywoodense.

En el medio de ambas, también se destacan The Desperate Hours (1955), un intenso thriller hogareño con Humphrey Bogart, y Friendly Persuasion (1956), sobre una familia cuáquera durante la Guerra Civil, y que le valdría a Wyler su única Palma de Oro.

Años 60

Los sesenta y el palpitante cambio en Hollywood se hicieron sentir en su filmografía: The Children’s Hour (1961), un drama psicológico protagonizado por Audrey Hepburn y Shirley MacLaine se encargaría de abordar un tema controvertidísimo para la época. Asimismo, The Collector (1965), el thriller más oscuro de su carrera, demostraría su capacidad para retratar la mente retorcida de un psicópata.

A fines de la década, y cambiando olímpicamente de tono, llegó Funny Girl (1968), biopic musical basada en la vida de Fanny Brice y debut cinematográfico de Barbra Streisand, que conquistó el Oscar a Mejor Actriz y demostró una vez más el ojo de Wyler para elegir a sus protagonistas. Su último filme sería el drama social The Liberation of L.B. Jones (1970), que abordó con coraje temas como el racismo y la injusticia en el sur de Estados Unidos, mostrándonos que Wyler nunca perdió su compromiso por contar las historias más difíciles. 

El legado de “40-take” Wyler

Llegando al final y leyendo los nombres de las películas que dirigió, hay algo que me queda claro: Wyler fue un artesano del séptimo arte, tan perfeccionista en el set que obtuvo el apodo de “40-take Wyler”, ya que era conocido por repetir una escena decenas de veces hasta lograr la toma exacta que tenía en mente. No en vano sus doce nominaciones como Mejor Director, de las cuales ganó tres —por Mrs. Miniver, The Best Years of Our Lives y Ben-Hur—, y su récord de haber dirigido más actores ganadores del Oscar que ningún otro director.

W. W.: “It’s 80% script and 20% you get great actors. There’s nothing else to it”.

Cualquier palabra que intente describir la obra de este cineasta siempre quedará insuficiente frente a su grandeza. ¿Qué más se puede agregar cuando ya se dijo prácticamente todo? Quizás solo una cosa: ver sus películas. 

W.W.: “I’m here to make good pictures”.

Y sí que lo hizo.

  • Foto de perfil de Celina Alba Posse

    Aportando mi granito de arena para que las películas y los artistas del pasado no se olviden. Obsesionada con descubrir clásicos, fan de compartirlos y feliz de hacerlo en Edición Sunset.

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