What Ever Happened to Baby Jane? (1962) – Robert Aldrich

Póster de What Ever Happened to Baby Jane?
El póster pertenece a su correspondiente autor o propietario.

A finales de octubre, y coincidiendo con Halloween, se cumplen 62 años del estreno de What Ever Happened to Baby Jane? (1962) de Robert Aldrich. Intensa, perturbadora y claustrofóbica, Baby Jane es un clásico del cine de terror psicológico que sigue sorprendiendo a las audiencias y acumulando fans más de seis décadas después, por lo que en esta spooky season te invito a redescubrirla…

¿Qué pasó con Baby Jane?

El éxito de Sunset Boulevard en 1950 demostró a Hollywood que la historia de una mujer madura y desequilibrada podía ser tremendamente poderosa y exitosa. Ya en los 60, y en paralelo al enorme triunfo comercial de Psycho (1960) de Alfred Hitchcock, llegó el turno de Jack Warner, el todopoderoso jefe de los estudios Warner, de incursionar en un nuevo subgénero de terror psicológico llamado hagsploitation que, a falta de traducción en español, le diremos “terror de viejas brujas”.

También conocido como psycho-biddy o Grande Dame Guignol, esta categoría de películas de terror o suspense se caracterizan por presentar a actrices veteranas en papeles de mujeres perturbadas, a menudo viviendo inmersas en la decadencia y la locura. Si bien los años 50 nos dieron algunos destacados exponentes del género como la ya mencionada Sunset Boulevard (1950) o The Story of Esther Costello (1957), el verdadero “inicio” y auge del hagsploitation arribaría en 1962 tras el éxito de la película de Robert Aldrich.

Al momento de filmar Baby Jane, tanto Bette Davis como Joan Crawford, dos actrices que habían encandilado a las masas en las décadas anteriores, atravesaban una etapa compleja de sus carreras. La industria, que en esa época era especialmente despiadada con las mujeres que superaban determinada edad (Bette tenía 54 y Joan 58 años en 1962), había empezado a marginarlas lentamente, limitando su acceso a roles protagónicos y relegándolas a papeles cada vez más secundarios.

Por un lado estaba Bette: si bien se había consagrado como intérprete durante los años 30 y 40 con dos Oscars a Mejor Actriz -por Dangerous (1935) y Jezebel (1938), respectivamente-, en los años 50 su carrera comenzó a declinar. Aunque todavía tenía triunfos, como en la icónica All About Eve (1950), la industria la veía cada vez más como una mujer “problemática”, en parte por su carácter y sus negativas a aceptar roles mediocres.

Por otro lado, Joan también había construido una carrera brillante durante las décadas del 30 y 40, haciéndola merecedora de un Oscar por su actuación en Mildred Pierce (1945). Pero a medida que transcurrían los 50, su carrera sufrió un declive similar al de Bette; Crawford también caminaba en la cuerda floja de una industria que solo ansiaba caras frescas.

Teniendo en cuenta las experiencias personales de estas dos actrices, es inevitable que la trama de Baby Jane adquiera un significado especial. En la película ambas interpretan a las hermanas Baby Jane y Blache Hudson, dos mujeres que supieron alcanzar el estrellato en su juventud pero que con el paso de los años han caído en decadencia.

Jane (Bette Davis), antigua estrella infantil llamada «Baby Jane», se ha convertido en una mujer amargada y alcohólica, mientras que Blanche (Joan Crawford), consagrada actriz en su vida adulta, quedó paralizada tras un accidente automovilístico y culpa a Jane por su situación. Además, Jane, consumida por el resentimiento, maltrata cruelmente a su hermana, sometiéndola a un sinfín de abusos.

Hablar de esta película, específicamente de la enemistad de las dos hermanas Hudson, hace que sea casi inevitable referirnos a la supuesta enemistad en la vida real de sus dos protagonistas, una rivalidad que pasó a la historia como una de las más famosas de la historia de Hollywood -y que se cree que alcanzó su punto más álgido durante la filmación de Baby Jane-. Haciendo a un lado el amarillismo de esta narrativa, me parece necesario destacar que, haya sido cierta o no, al momento de promocionar la película en 1962 -y como hizo tantas otras veces-, Hollywood fue responsable de alimentar este beef, ya que la atención mediática colaboraba en la promoción del filme.

El efecto Baby Jane

Al éxito en crítica y taquilla (fue nominada a cinco premios Óscar, llevándose el galardón a mejor diseño de vestuario y recaudando diez veces su presupuesto) le siguió el “efecto Baby Jane”, una seguidilla de películas con argumentos similares y en las cuales todas las protagonistas eran actrices maduras de la era dorada de Hollywood.

Si bien la película de Robert Aldrich ayudó a revitalizar las carreras de Bette y Joan, también contribuyó a encasillarlas en roles similares de “psycho-biddys” (ancianas psicóticas/trastornadas). En los años siguientes, Davis aparecería en varias películas de la misma línea, tales como Dead Ringer (1964), Hush… Hush, Sweet Charlotte (1964), The Nanny (1965) y Burnt Offerings (1976). Por su parte, Crawford también continuó en el género con filmes como Strait-Jacket (1964), I Saw What You Did (1965) y Berserk! (1967).

Al auge del género se le sumaron otras actrices consagradas del Hollywood dorado, como Olivia de Havilland y Shelley Winters, quienes también pusieron su grano de arena durante los años 60 y 70 en películas como Lady in a Cage (1964) de Havilland y Whoever Slew Auntie Roo? (1971) de Winters.

Célebre es la frase de Jack Warner respecto a Davis y Crawford pre-Baby Jane: “No daría 5 centavos por esas dos viejas rancias…”, y cada vez que la recuerdo me parece más evidente el profesionalismo de esta dos actrices. No solo transformaron una película de clase B y un guion que demoniza y ridiculiza a las mujeres mayores en un éxito, sino que fueron las artífices del nacimiento de su propio subgénero que, para bien o para mal, hasta el día de hoy no tiene un equivalente masculino…

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