Monkey Business (1952) – Howard Hawks

Póster de la película Monkey Business

Reseña de Mery Linares

@meryandthemovies

Si hay algo que la humanidad no ha podido apagar es esa llamarada de anhelar la juventud eterna. La pantalla grande se ha hecho eco de este deseo a través de la comedia en un lenguaje juguetón pero no así menos reflexivo que nos invita a reírnos de nosotros mismos y nos convoca a una aceptación de la sabiduría de envejecer. 

En 1992 se estrenó Death Becomes Her, dirigida por Robert Zemeckis e interpretada por Meryl Streep, Bruce Willis y Goldie Hawn. En ella, los personajes se ven envueltos en aprietos teñidos de fantasía en un tono de comedia negra pura que expone las consecuencias que generan las presiones por la búsqueda de la juventud eterna. 

Sin embargo, esta no fue la primera vez en donde semejante exploración se detalla en la ficción del séptimo arte. Si nos remontamos a 1952, Hollywood ya empezaba a entrometer sus narices en este baúl escondido y decidía calzarse el zapato de la comedia para caminar sobre la vía hacia la perpetua lozanía. 

El rey de la screwball comedy Howard Hawks fue el encargado de darle vida a Monkey Business, una historia que tiene su sello impregnado: un elenco de estrellas brillantes y poderosas -en este caso su predilecto Cary Grant y la carismática Ginger Rogers, con una latente Marilyn Monroe que saltaría a la fama luego-, diálogos picantes y de doble sentido y elementos de comedia física. A diferencia de los dúos icónicos de películas anteriores, la batalla de los sexos en Monkey Business es más rebuscada y aborda con acidez una temática arriesgada.

Monkey Business gira en torno a un distraído químico llamado Barnaby, interpretado por Cary Grant, que se encuentra trabajando arduamente en un importante laboratorio para encontrar la receta indicada del elixir de la juventud. Esta búsqueda se verá entorpecida cuando uno de los chimpancés, después de observar a su dueño, se escapa de la jaula y comienza a jugar con las probetas y químicos. Mágicamente, es él quien obtiene la combinación perfecta de una poción que otorga vitalidad y vigor y soluciona problemas como la vista o dolor de espalda. La poción logra rejuvenecer, pero no vuelve físicamente más joven a las personas.

Esta es la gran premisa de la que el famoso enredo de la screwball comedy se desprende. Si bien la confusión suele ir acompañada de una gran tensión entre la pareja protagónica, en Monkey Business no es suficiente. De hecho, la comedia tiene más efecto cuando los tórtolos de Cary Grant y Ginger Rogers buscan juntos cómo combatir la rutina y generan un juego de palabras que insinúan su intimidad. 

Sin embargo, las escenas más icónicas son las que giran en torno a Cary Grant y Marilyn Monroe, quien interpreta a Miss Laurel, la secretaria de Mr. Oxley (Charles Coburn), el jefe de la compañía farmacéutica. Las secuencias entre ambos son evidencias de los efectos del elixir que el profesor Barnaby experimenta por primera vez. 

Monkey Business permanece como la comedia disparatada más modesta en la filmografía del director. Puede que sea porque a diferencia de Bringing up baby o His girl Friday, esta comedia es irregular en su ritmo y algunas dinámicas de sus diálogos pierden fuerza. Sin embargo, no deja de ser audaz y mordaz en las temáticas que aborda, como la moral en el matrimonio, los intereses del mercado farmacéutico y las presiones por la búsqueda de la juventud eterna en la sociedad. 

Hawks sostenía: «Soy un narrador, esa es la función principal de un director. Y son imágenes en movimiento, ¡hagamos que se muevan!». En Monkey Business, el movimiento del último acto hace que la película rejuvenezca y que emane la vitalidad tan ansiada que tanto buscaban sus personajes.

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