Rosalind Russell

No hay posibilidad de ver una película de ella y que no te saque una sonrisa… o una lágrima. En esta oportunidad nos toca hablar de Rosalind Russell, una actriz que atravesó décadas y géneros con mucha versatilidad, pura potencia y un timing perfecto tanto para la comedia como para el drama.

Nacida el 4 de junio de 1907 en Connecticut, Rosalind estudió actuación a espaldas de sus padres, que creían que se preparaba para ser docente, pero su destino estaba en los escenarios. Comenzó como modelo y actriz de teatro, hasta que aterrizó en Hollywood a comienzos de los años 30.

Su paso inicial por Universal no destacó, pero bastó un cambio de estudio para que su carrera despegara. En MGM encontró terreno fértil, y a través de distintos papeles secundarios fue construyendo su presencia en la pantalla. Evelyn Prentice (1934), West Point of the Air (1935) y Craig’s Wife (1936) mostraron su talento para el drama, aunque ella pretendía desligarse de los roles de dama distinguida que le asignaban por su natural elegancia.

Ese deseo tomó forma en The Women (1939), la sátira sobre el mundo femenino de George Cukor, donde encarnó a la venenosa y sarcástica Sylvia Fowler. Allí compartió pantalla con Norma Shearer y Joan Crawford en un elenco completamente formado por mujeres, y su papel le abrió las puertas a su faceta como comediante, que explotaría al máximo al año siguiente.

En His Girl Friday (1940), dirigida por Howard Hawks, interpretó a Hildy Johnson, una reportera de lengua afilada que acompaña a Cary Grant en uno de los grandes duelos verbales del cine clásico. Con este rol encarnó la esencia de la protagonista femenina en una screwball comedy: aguda, fuerte y completamente dueña de la situación. Hawks había ofrecido el rol a una larga lista de actrices antes de llegar a ella, y Rosalind demostró que fue la elección perfecta.

En los años 40 continuó consolidándose como actriz multifacética. My Sister Eileen (1942) le valió su primera nominación al Oscar, y Sister Kenny (1946) le permitió desplegar su costado más serio al interpretar a una enfermera pionera en el tratamiento de la poliomielitis. Repitió ese éxito con Mourning Becomes Electra (1947), con un personaje profundamente emocional.

Pero su carrera no se detuvo en la pantalla grande. En los años 50 conquistó Broadway con el musical Wonderful Town y más tarde se convirtió en sinónimo de una figura entrañable: Auntie Mame. Primero en teatro y luego en su versión cinematográfica de 1958, creó un personaje desbordante de vida, excéntrico y libre, como solo ella podía interpretarlo. La película es un espectáculo de luces, colores y vestuario, y cuenta con el texto afilado de Betty Comden y Adolph Green.

Sus últimos trabajos en cine incluyeron títulos como Gypsy (1962) de Mervyn LeRoy, donde interpretó a la madre de la famosa vedette Gypsy Rose Lee, y The Trouble with Angels (1966), una comedia de Ida Lpino.

A lo largo de su carrera, si algo destaca de Rosalind es su carácter, su chispa y su fuerte capacidad para encarnar mujeres complejas. En cualquier género, las emociones son intensas cuando ella aparece en la pantalla y su presencia, así como su potencia, es imposible de ignorar y de olvidar.

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