Edward G. Robinson

Fotografía retrato de Edward G. Robinson

Al momento de repasar la historia del cine clásico de Hollywood, es inevitable referirnos a la figura de Edward G. Robinson, actor estadounidense que se popularizó por sus roles de gángster y transcendió por su talento interpretativo.

Nacido el 12 de diciembre de 1893 en Rumania bajo el nombre de Emanuel Goldenberg, emigró a Estados Unidos cuando era niño y creció en las calles de Nueva York, en el seno de una familia judía.

Con un interés por la actuación ya desarrollado en la universidad, se inició en teatro y en cine a mitad de la década de 1910. Su primera aparición confirmada en cine fue con un pequeño papel en la película muda The Bright Shawl (1923). En Broadway, protagonizó la obra The Racket en 1927, que marcó su primer rol como gángster y lo llevó a interpretar papeles similares en sus films.

Pero la carrera de Edward despegó con la llegada del cine sonoro, principalmente en 1931, cuando obtuvo el papel de Rico Bandello en Little Caesar, de Mervyn LeRoy. Su interpretación cruda de un gángster despiadado lo convirtió rápidamente en una estrella. El film, junto a The Public Enemy, estrenada el mismo año y protagonizada por James Cagney, fue el inicio de una serie de películas de gángsters que serían el centro de la producción de Warner durante los años 1930s.

Su período como gángster estrella de la Warner incluye películas como Smart Money (1931) -su única colaboración con Cagney- y The Little Giant (1933). Tras Little Caesar, colaboró dos veces más con el director Mervyn LeRoy: como un editor de periódico en Five Star Final (1931) y en el rol de un asesino condenado en Two Seconds (1932).

Incluso durante un periodo de su carrera fuertemente asociado a los «chicos malos», Edward demostró su versatilidad para diversos géneros, como el melodrama en Tiger Shark (1932), de Howard Hawks, y la comedia en A Slight Case of Murder (1938), de Lloyd Bacon.

Otras películas destacadas de la década incluyen The Hatchet Man (1932) de William A. Wellman, The Whole Town’s Talking (1935) de John Ford, Bullets or Ballots (1936) de William Keighley -esta vez en el rol de detective- y Kid Galahad (1937) de Michael Curtiz, junto a Bette Davis y Humphrey Bogart. Con este último compartió pantalla en cinco oportunidades a lo largo de su carrera.

Durante los años 1940s, Edward continuó diversificando sus roles y demostrando su versatilidad como actor. Algunos de sus papeles más memorables llegaron en esta década, incluido el del ajustador de reclamaciones Barton Keyes en la inolvidable Double Indemnity (1943) de Billy Wilder.

Además, trabajó en dos oportunidades con el director Fritz Lang, en las películas The Woman in the Window (1944) y Scarlet Street (1945). Otros films de esta época incluyen The Sea Wolf (1941) de Michael Curtiz, The Stranger (1946) de Orson Welles y Key Largo (1948) de John Huston.

Tras ser incluido en la lista negra de Hollywood durante el macartismo, vio descender en gran medida su trabajo, hasta que Cecil B. Demille lo convocó para interpretar el papel de Dathan en el drama épico The Ten Commandments (1956).

En los años siguientes, continuó trabajando en cine y televisión, principalmente en roles de reparto. Entre las películas de esta época se incluyen A Hole in the Head (1959) y The Cincinnati Kid (1965). Su último rol fue en el film de ciencia ficción Soylent Green (1973).

Con más de 100 películas en más de 50 años de carrera, Edward G. Robinson fue un intérprete con una calidad actoral impecable y esencial en la historia del cine clásico. Trascendente en los films de gángsters de los años 1930s y parte importante del film noir de los 1940s, su trabajo no se puede pasar por alto, incluso en aquellas películas en las que toma un rol secundario. A continuación, dejamos dos fragmentos de distintas películas que dan cuenta de su rango actoral para seguir recordándolo y disfrutándolo.

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