Bringing Up Baby (1938) – Howard Hawks

Póster de Bringing Up Baby

Siguiendo el tren de las screwball comedies, queremos destacar una de las películas imperdibles del género. En 1938, Howard Hawks juntó a Katharine Hepburn y a Cary Grant en una comedia divertida, de mucho humor físico y en la que ambos actores brillan de igual manera. Con poco reconocimiento en su momento de estreno, el film fue creciendo en el público con el tiempo hasta convertirse en uno de los grandes clásicos de la comedia de los años 1930s.

Reseña de Mery Linares

@meryandthemovies

Si tuviéramos que elegir la screwball comedy definitiva, indiscutiblemente sería Bringing up Baby. Si hay algo que encapsula esta historia es toda la diversión, alboroto, extravagancia y encanto que debe tener este género. Aunque cueste creerlo, esta joya imperecedera no fue el éxito de taquilla que hubiésemos creído y tampoco recibió ningún premio en su momento.

Por suerte, con la venida de la televisión en la década de los años 1950s, renació en la audiencia y, gracias a la revista Cahiers Du Cinéma, donde amaban a Hawkes, la película revivió. Luego, el propio cine la homenajeó cuando el director Peter Bogdanovich hizo la película What ‘s up, Doc? (1972), con Barbra Straisand y Ryan O’Neil, en la que le rinde tributo con algunos pasajes. 

Bringing up Baby comienza cuando conocemos al sereno y responsable paleontólogo David Huxley (Cary Grant), quien está intentando ensamblar el esqueleto de un brontosaurio al que le falta un hueso para terminarlo. David se encuentra a un día de contraer matrimonio con una señorita un tanto rígida llamada Alice. Ella no desea tener hijos, sino que sólo quiere que ambos se dediquen a su único posible hijo: el museo. Por eso, ese mismo día, David debe convencer a la adinerada señora Random de que aporte una gran suma de dinero en beneficencia al museo. 

Pero el corazón de la película comienza a bombear cuando David conoce a la mujer más contraria a su espíritu: la señorita Susane Vance (Katherine Hepburn). El encuentro ocurre mientras David intenta jugar al golf con el abogado de la Sra. Random. Como David es un hombre de ciencia que tiene muy poca destreza en la cancha, se olvida en qué hoyo estaba su pelota y descubre que ese hoyo había sido arrebatado por Susane, una mujer decidida, testaruda y un tanto irresponsable. Esta escena delata el virtuosismo de Hawkes para determinar a través de un juego deportivo una de las grandes figuras del género: la batalla de los sexos. Es ahí donde estos dos personajes de lengua afilada comenzarán una batalla por no caer rendidos ante la indudable atracción de dos polos opuestos, lo cual será inevitable. 

A partir de ese encuentro, estos dos personajes atraviesan todo tipo de ‘desgracias’, como las llama David, generando escenas divertidas en los momentos justos, que desembocan en un dinamismo perfecto. Howard Hawkes tenía un extraordinario manejo del registro de la comedia y lo ejecutaba con una gran frescura, lo que permite que hasta el día de hoy se celebre su obra. 

Cómo olvidar la escena en la que el vestido de Susane se rasga en medio de una cena y David tiene que aproximarse a ella para camuflarla con su cuerpo. La magia de la tensión sexual que se manifiesta bajo la superficie de las normas del código Hays tuvo como efecto generar las viñetas más graciosas y atrayentes en la historia del cine. 

Y cómo no nombrar a la estatuilla de la comedia en esta historia: Baby, el leopardo. Aunque este animal comanda muchas escenas graciosas, también se puede entender como un símbolo que sirve para contemplar ambos personajes. El salvajismo del leopardo representa la intrepidez de Susane, pero a su vez el felino tiene que acostumbrarse a la ciudad, de modo parecido a como David tiene que ajustar su personalidad para encajar en las locuras de Susane.

Sin dudas, es imposible dejar de apreciar esta screwball comedy definitiva porque nunca es suficiente la admiración ante el encanto de Cary Grant y la determinación de Katharine Hepburn en un romance que será por siempre adorable.

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