Top Hat (1935) – Mark Sandrich

Every once in a while I suddenly find myself… dancing.

Póster de la película Top Hat, 1935

No hace falta aclarar quién hace semejante afirmación en el guion. Mucho se admira a la dupla de Fred Astaire y Ginger Rogers, pero poco se habla de sus películas. Si bien en su mayoría son historias que siguen una fórmula, hay en cada una de ellas lugar para el ingenio, algún detalle especial y, por supuesto, mucho ritmo, enredo y los más atrapantes números musicales.

La repetición de los elementos que funcionan no solo tienen que ver con lo que pasa en la trama. De las películas que hicieron para RKO (9 de sus 10 films), en 7 fue productor Pandro S. Berman, y cinco fueron dirigidas por Mark Sandrich. Ambos están detrás de Top Hat, la cuarta y probablemente más famosa colaboración de la dupla. Además de ser el film más exitoso de RKO de los años 30, se convirtió en la segunda película con mayor recaudación de 1935, luego de Mutiny on the Bounty.

Aquí, la trama se organiza en bloques muy definidos en base a las hermosas canciones de Irving Berlin. La primera es No Strings, que hace que la pareja se conozca. Fred, sin poder refrenar sus pies, no deja dormir a Ginger, a quien descubrimos a través de un bello truco de cámara que atraviesa el piso del hotel. En Isn’t This a Lovely Day, un gag de parodia londinense con un caballo y una tormenta que los atrapa en una glorieta hace que el enamoramiento se consolide. El corazón del enredo se expresa en Cheek to Cheek y las plumas del vestido de Ginger que vuelan por los aires igual que la pareja. En una reacción casi censurable, si no fuera por el barniz mágico de la comedia, Ginger acepta que su amiga le insista en bailar con quien cree que es su marido.

Con el número final, The Piccolino, que trae la resolución del enredo, se expresan los dos estilos coreográficos que vamos a ver convivir en los años 30: por un lado, los grandilocuentes y complejos bailes grupales con enormes filas, rondas y cruces precisos, con intenso montaje y diferentes planos; por el otro, la cámara fija que se centra en la pareja en una secuencia de más de dos minutos sin cortes.

De esta forma, vemos claramente cuál es el rol que tienen los números musicales en las películas de Fred Astaire en general: el de hacer avanzar la trama y el de aportar el toque único a cada film. Aunque también hay lugar para las secuencias que son puras y exuberantes demostraciones de talento, como el caso de la canción del título —Top Hat, White Tie and Tails—, con un Fred en estado puro.

Además de las canciones de Berlin, tenemos a Max Steiner como director musical. Su toque se nota en la utilización de las canciones en la orquestación, en el cambio de estilo de la misma canción en el traslado Londres a Italia, e incluso en un momento en el que la música incidental continúa el tarareo iniciado por Ginger.

En el cine musical de esta época el foco no está puesto en la trama, sino que esta es una excusa para una explosión de talento en forma de baile y canción. En el caso de las películas de Fred y Ginger, lo que estalla es la elegancia, la síncopa y una química entre la pareja que envuelve y atraviesa la pantalla.

  • Imagen de perfil de Betania Vidal

    Completamente apasionada por el cine clásico y la música de antes. Negada a dejar caer en el olvido a los artistas que ama. Redactora y creadora de Edición Sunset.

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