The Band Wagon (1953) – Vincente Minnelli

Póster de The Band Wagon

MGM, Minnelli, Astaire y más, así es el entretenimiento

La cocinería de MGM y la artesanía de Vincente Minnelli dieron a luz en 1953 uno de los mejores musicales de la historia del cine clásico de Hollywood: The Band Wagon (Brindis al amor). El film tiene como protagonistas al gran Fred Astaire, que da una de sus más sentidas interpretaciones, y a la inigualable Cyd Charisse. 

Puede que no tenga la popularidad de «Cantando bajo la lluvia» pero lo cierto es que en «Brindis al amor» se pueden trazar varías simetrías: si la primera es sobre el ocaso de una forma de hacer cine, la segunda es sobre la decadencia de un actor. Ambas muestran cómo llevar a cabo el oficio ya sea para la pantalla grande o para delante de bambalinas, levantan el telón y nos adentran en el detrás de escena y nos muestran el mundo sincero al que pertenecen. Además, ambos musicales están producidos por Arthur Freed y comandados por el guión de Arthur Green y Betty Comden, una pareja creativa que sabía cómo captar los quehaceres del oficio.

Asimismo, The Band Wagon es una obra maestra que tiene ese don de parecer eterno ya que logra solidificar, a través del humor y la inteligencia, lo que siempre suele pasar en la vida: el sentir de que las artes y los artistas tiene fecha de expiración. Pero lo cierto es que cuando hay crisis sorteada con pasión y alegría, estas se convierten en el antídoto de cualquier decadencia. Además, consigue cristalizar toda la mística que tiene la elaboración de una obra de teatro pues para quienes se consideren fanáticos del teatro, esta película es un canto al oficio. 

En «Brindis al amor», Fred Astaire interpreta a Tony Hunter, una antigua estrella de películas musicales que, tras tres años de ausencia en la pantalla, ha comenzado a perder a su público. En busca de revitalizar su carrera, Tony decide regresar a sus raíces en Nueva York protagonizando una obra escrita por sus amigos y dirigida por un director extravagante que aporta ideas muy alocadas a la producción. Mientras tanto, Tony y su actriz principal, interpretada por Cyd Charisse, no se llevan bien, lo que convierte los ensayos de la obra en una auténtica pesadilla.

Una virtud de visitar el cine de antes es que uno puede unir puntos entre si el arte imita a la vida o la vida imita al arte. Así es como en The Band Wagon se pueden hallar varias similitudes entre la narrativa de la película y las historias personales de los que participaron en ella. Un caso destacado es el de la pareja de amigos de Tony, interpretados por Oscar Levant y Nanette Fabray, que parece reflejar la relación entre Green y Comden. Aunque estos últimos no estaban casados, comprendieron que, para el público, su conexión profesional era más convincente si lo estaban.

Otro ejemplo, fue el de Fred Astaire que para aquel entonces quería retirarse del oficio. Sin embargo, luego de su éxito en Easter Parade, la MGM no perdió oportunidad en proponerle un contrato en el que pudiera quedarse. Pero Astaire ya era una estrella que parecía haberlo dado todo, y el cine y la actuación parecían estar cambiando. Es por eso que las preguntas y la inseguridad que inundan en el personaje de Tony Hunter casi que hacen eco en Astaire: ¿soy relevante aún?, ¿todavía puedo aportar algo?. Hasta podríamos decir que es Bette Davis en «All about Eve» pero en medio de un musical. 

«Vamos a dejar esto claro. No soy Nijinsky. No soy Marlon Brando. Soy el hijo de la señora Hunter, Tony, un hombre de canto y baile.» Estas palabras de Astaire encapsulan una de las mejores interpretaciones de su carrera. No solo brilla en lo actoral, sino que también ofrece un despliegue magistral de todos los estilos de baile que dominaba: desde coreografías con objetos hasta danzas elegantes y números llenos de humor.

Pero también tenemos a Cyd Charisse que va a realizar un protagónico por primera vez y quien encuentra en su personaje la similitud de tener que enfrentar nuevos desafíos. En esta película, Cyd prueba que no solo era una bailarina magnífica sino que era una gran intérprete de las historias que cuentan sus bailes.

Astaire y Charisse brillaron en todos los pasajes pero el que será eterno es Dancing In The Dark, donde la pureza de sus trajes y sus movimientos precisos y elegantes se unen para una autenticidad que solo los musicales pueden entregar. En este caso, los dos bailarines hablan a través del cuerpo sin emitir ni un solo sonido y las palabras quedan cortas, es la magia inexplicable.

Pero solo Vincente Minnelli podría haber dirigido esta historia con tantos subtextos e ideas sobre el arte, la industria y el oficio. De toda su extensa filmografía, esta película es sin duda una de sus grandes huellas en la meca del cine. «Brindis al amor» es una vidriera de su proeza para registrar cuerpos danzando, para tratar el color y para balancear distintas tonalidades y registros tanto en la narrativa como en los personajes. Sobre todo, es el único que pudo siempre jugar con la guerra legendaria entre el arte y la industria. Y para ejemplificar, cómo no mencionar el número musical The Girl Hunt Ballet en donde Astaire y Charisse se divierten bailando y personificando a los elementos del noir que culmina en una fusión entre ambos estilos en un espectáculo de más de 10 minutos. 

Si quedan dudas sobre todo lo que se puede desprender de The Band Wagon, lo puede reafirmar la última escena donde Fred Astaire, Cyd Charisse, Nanette Fabray, Jack Buchanan y Oscar Levant  juntos al unísono cantan “El mundo es un escenario, ¡Y el escenario es un mundo de entretenimiento!”. Arte y vida, vida y arte, da igual. That’s entertainment.

  • Mery Linares

    Soy una humilde amante del cine clásico de Hollywood. Cada vez que veo una película de esa época, la historia revive y, con ella, también yo. Defiendo a los musicales con el alma porque, como decía Gene, ahí se bailan sueños. Con el cine de antes mi corazón siempre encuentra su ritmo y acá, como redactora de Edición Sunset, espero que encuentren el suyo.

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