Baby Face (1933) – Alfred E. Green

El póster pertenece a su correspondiente autor.

Si tenemos que hablar de una película esencial en la filmografía de la gran actriz Barbara Stanwyck, sin dudas debemos mencionar a la película Baby Face, perteneciente a la era pre-code y también parte de la camada de historias en las que la actriz retrata a la mujer de clase trabajadora en los años 1930s. 

Baby Face es un film que no temió en ilustrar el poder de la mujer y que aprovechó al máximo el vigor y la vivacidad de la actriz para encarnar a Lily Powers, una mujer decidida, tenaz y consistente en sus ideales. Tanto el guionista Darryl F. Zanuck como Barbara Stanwyck trabajaron juntos en el desarrollo del guión y así es como la actriz acarrea con tanta naturalidad y vehemencia al personaje de Lily Powers. 

Esta película está dirigida por Alfred E. Green y se centra en la historia de una camarera que trabaja en el bar de su padre en una pequeña ciudad industrial de Pensilvania, en donde tiene que aprender a combatir las malas costumbres de los hombres que la rodean. Cuando su padre muere, se traslada a Nueva York con su criada, donde aprovechará su experiencia y su sexualidad para usar a los hombres y así escalar posiciones en el mundo de los negocios.

El tema central de la película es el paso de la miseria a la fortuna, pero la discusión permanece, hasta el día de hoy, en cómo el personaje de Lily Powers utiliza su sexualidad en función de un progreso personal. Cada vez que Lily Powers consigue un mejor trabajo gracias a su poder de seducción, la cámara registra, a través del exterior de las ventanas, el ascenso de la protagonista a través de la metáfora del rascacielos.

Todo esto proviene del principio del relato, cuando Lily recibe el consejo de un amigo zapatero que era devoto de Nietzsche, quien le dice que tiene que hacer lo que el filósofo predica: ser su propia ama y usar a los hombres a su conveniencia. 

«ll life, no matter how we idealize it, is nothing more nor less than exploitation.» That ‘s what I’m telling you! Exploit yourself! Go to some big city where you will find opportunities. Use men! Be strong! Defiant! Use men to get the things you want!”

En este punto se abre el debate: ¿es empoderante ver a una mujer comandar su sexualidad o es una suerte de explotación? Y lo cierto es que en el film convergen un poco los dos opuestos y es eso lo que lo hace tan interesante. Una cámara que recorre desde las piernas hasta el rostro de la actriz hace, por un lado, del cuerpo un objeto y, a la vez, nos enseña cómo los hombres miraban en aquel momento. También el film nos manifiesta que el sexo es un trabajo, en concordancia con el feminismo del siglo XXI. 

Por todo esto, Baby Face sigue siendo revolucionaria hasta la actualidad, ya que elabora un personaje femenino que es autónomo en su sexualidad y que utiliza su encanto y belleza como medio de resiliencia y escudo en una sociedad en la que la economía, el machismo y el modernismo aplastan. Pero, sobre todo, tiene una de las relaciones más sororas poco vistas en aquel momento, en la que el personaje de Lily Powers protege a su criada Chico, interpretada por Theresa Harris, contra viento y marea. Entre Lily y Chico habita una hermandad implícita que las ayuda a sobrevivir. 

En conclusión, Baby Face es un manifiesto sobre la libertad y ambición femenina que habita en la actuación tan naturalista de Barbara Stanwyck, que consigue que el personaje de Lily Powers tenga una fuerza y una determinación admirables.

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