![Póster de The Innocents de Jack Clayton](https://edicionsunset.com/wp-content/uploads/2024/11/the-innocents-poster-704x1024.jpg)
Octubre y la spooky season son historia, pero no puedo dejar pasar la oportunidad de hablar de una película de terror que este noviembre celebra 63 años desde su estreno en cines. ¿Qué puede hacer una institutriz de mediados del siglo XIX, viviendo en una mansión remota y convencida de que la misma está embrujada, para proteger a sus dos pupilos? Este es el dilema central que presenta la cinta de terror gótico The Innocents (1961), del director inglés Jack Clayton.
Además de estar basada en la novela The Turn of the Screw (Otra vuelta de tuerca) de Henry James, la película cuenta con el guion de William Archibald y el mismísimo Truman Capote (que tres años antes había publicado su icónica Breakfast at Tiffany’s).
Llamada «Suspense» en España y «Posesión satánica» en Latinoamérica, el largometraje de Jack Clayton es considerado uno de los más destacados exponentes del género de casas embrujadas del cine clásico. Y, al igual que en otros grandes filmes del subgénero, tales como Rebecca (1940) de Hitchcock, donde la mansión Manderley actúa como cómplice de los secretos y fantasmas que esconden sus habitantes, o The Haunting (1963) de Robert Wise, en la que Hill House parece tener voluntad propia, en The Innocents, la mansión Bly Manor se convierte en un personaje imprescindible.
En las tres películas, las casas no solo funcionan como escenarios, sino como entidades que parecen cobrar vida. Bly Manor, al igual que Manderley y Hill House, no es simplemente un lugar físico, sino un catalizador de lo paranormal, y en parte responsable de la paranoia de los personajes de carne y hueso que llevan adelante la trama.
En The Innocents, la historia sigue a la Señorita Giddens, una típica institutriz inglesa, encarnada por la magnífica Deborah Kerr, quien es contratada para cuidar de dos niños huérfanos, Miles (Martin Stephens) y Flora (Pamela Franklin) en el remoto caserón. Aunque al llegar a la mansión la institutriz encuentra únicamente a Flora y al ama de llaves, no tarda en arribar Miles, quien ha sido expulsado del internado al que asistía. El motivo de la expulsión se mantiene en secreto en la carta que el director envía a la institutriz, aunque ella no puede evitar sospechar que se trata de algo inquietante.
Aunque desde el inicio de la película los niños generan desconfianza en el espectador (en especial Miles, que nos muestra una mirada de amenaza latente), el verdadero quiebre de la señorita Giddens ocurre cuando empieza a ver los espectros de Peter Quint y la señorita Jessel, antiguos empleados de la mansión y amantes, que murieron allí no mucho tiempo atrás.
Desde el aspecto visual, The Innocents se destaca por su escalofriante cinematografía, responsabilidad del brillante Freddie Francis. La poca luz, el juego con las sombras y el contraste entre estas dos hacen que la historia se perciba doblemente sofocante y sombría. The Innocents sorprende por la ambigüedad de su desenlace. ¿La institutriz está realmente viendo a los fantasmas de los antiguos empleados o está perturbada mentalmente? ¿Se enfrenta a un peligro sobrenatural o a la locura? ¿El de deceso de Miles se debe a que efectivamente se encontraba poseído o se trata de un caso fortuito? Son misterios que quedarán a criterio de cada espectador… ¿La única certeza? Cualquier película que hoy muestre a un personaje atravesando una mansión tétrica con un candelabro en mano quedará bajo la sombra de Deborah Kerr haciendo exactamente lo mismo seis décadas antes.