Rio Bravo (1959) – Howard Hawks

Río Bravo: el caudal de un director camaleónico, el legendario Howard Hawks

Luego del fracaso que fue Land of the Pharaohs en 1955, tuvieron que pasar 4 años para que Howard Hawks se volviera a sentar en la mítica silla de director. Lo que no sabía era que al otro lado del río de su proeza lo esperaba una de las mejores películas de la historia del cine: Río Bravo

En su retorno, se dice que sentía nervios como un novato al dirigir nuevamente y que no podía contener la presión al punto de llegar a vomitar en el set. Sin embargo, al igual que los personajes de sus películas, Hawks se enfrentó a sí mismo como director y se demostró que era capaz de hacerlo. Hoy en día, no quedan dudas de que Río Bravo es una de las obras maestras estoicas por naturaleza. Tal es su trascendencia que la película es citada en innumerables libros de cine y ha sido elegida por muchos cineastas como fuente de inspiración, desde Quentin Tarantino hasta John Carpenter. Pero lo que eleva a Río Bravo a una categoría especial es su transparencia, como el agua cristalina de un río caudaloso y con vida. 

En ella encontramos una premisa sencilla pero contundente donde los planos narran por sí mismos, la acción está latente y los diálogos unen y desnudan a los personajes. Además, encontramos grandes momentos de comedia, una fuerte moral erguida por el legendario John Wayne y la redención en la piel de Dean Martin. A este dúo se le suma la típica mujer en el cine de Hawks, independiente y valiente, encarnada por Angie Dickinson. 

En Río Bravo, el sheriff John T. Chance encierra a Joe Burdette en la celda de su oficina por asesinar a un hombre desarmado. Allí, Burdette espera la llegada del alguacil federal que aplicará la justicia adecuada a su crimen. Durante seis días de vigilancia intensa, Chance debe proteger la prisión de los intentos de rescate por parte del poderoso hermano de Burdette y su banda de seguidores.

Pero ante la vulnerabilidad emerge la grandeza y así es como, en ese retorno, Hawks desnuda su corazón y lo plasma en Río Bravo al capturar su visión de mundo, una que nos revela una realidad en la que no estamos solos: el mal puede acechar constantemente, pero la amistad y el compañerismo siempre permanecerán como las verdaderas armas para combatirlo. En toda la película, la amistad se siente tan palpable y denota una ternura que se erige en pequeños gestos como entregar tu cigarro a ese amigo que no puede armarlo.

Otro de los manifiestos palpables es el virtuosismo y esplendor de Hawks como un cineasta que había comenzado en la era silente y que hizo películas de todos los géneros. La gran escena que condensa la maestría de Hawks es la que nos sumerge en el pueblo de Río Bravo donde vemos por primera vez a Dude, interpretado por Dean Martin, y a John T. Chance, interpretado por un maduro John Wayne, en acción. Allí se enfrentan a unos lugareños en una taberna y son solo minutos de silencios, miradas y una tensión coreografiada en los que el cineasta hace galanteo de una madurez fílmica indiscutible.

Además en esa escena reside la identidad de la película, lejos de vastos paisajes y amplitud de escenarios, en Río Bravo la grandeza está en cómo están encuadrados los personajes que delatan majestuosidad entre ese callejón de tabernas, hoteles y oficina del sheriff.

Y en ese esplendor de personajes, además del dúo Chance y Dude, está el querido Walter Brennan como Stumpy, una de las voces más conocidas de aquel momento del Rock and Roll Ricky Nelson como Colorado Ryan, el matrimonio Rodante y, como ya había mencionado, Angie Dickinson como Feathers, que será el interés romántico de Chance. 

Río Bravo representa además una de las grandes colaboraciones de la guionista Leigh Brackett. Ella fue una de las grandes escritoras en empuñar grandes historias al lado de Hawks. Todo comenzó con The Big Sleep (1946) y luego siguieron Río Bravo (1959), Hatari! (1962), El Dorado (1966) y Río Lobo (1970). 

Por último, la banda sonora de Río Bravo es verdaderamente lo que hace a esta obra inolvidable. La música compuesta por Dimitri Tiomkin es el elemento esencial que le añade el aura de misterio a los momentos de tensión como con la canción El Degüello o que añade gritos de libertad y fraternidad cuando interpretan Dean Martin y Ricky Nelson, en una de mis partes favoritas, las canciones Río Bravo y My Rifle, My Pony and Me

Río Bravo es un western clásico que perdura a través del tiempo y que gana más profundidad con cada visionado. La amistad es tan palpable que te hace sentir que los personajes son como amigos cercanos. Y uno mientras tanto ‘dando la vuelta, estaré esperando, por su rifle, su pony y él’.

  • Foto de perfil de Mery Linares

    Soy una humilde amante del cine clásico de Hollywood. Cada vez que veo una película de esa época, la historia revive y, con ella, también yo. Defiendo a los musicales con el alma porque, como decía Gene, ahí se bailan sueños. Con el cine de antes mi corazón siempre encuentra su ritmo y acá, como redactora de Edición Sunset, espero que encuentren el suyo.

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