Elvira Fernández, vendedora de tienda (1942) – Manuel Romero

Póster de Elvira Fernández, vendedora de tienda

En esta comedia del gran Manuel Romero, la joven Elvira Durand regresa al país luego de un viaje de tres años por Estados Unidos que le dio ganas de vivir de manera intensa. Al ser la hija del dueño de una gran empresa, no encuentra emoción entre las conversaciones de la alta alcurnia que la protege y la mima como si fuera una niña.

Esa pasión por la vida sencilla la encontrará entre los trabajadores de la empresa de su padre, quienes frente a una serie de decisiones injustas por parte de los jefes responsables -una suerte de intermediarios entre el gerente y los empleados que se dedican a maltratarlos y acosarlos- deciden, primero, trabajar a reglamento, y luego, hacer huelga.

La trama es novedosa al introducir el tema de las injusticias laborales en un marco de comedia musical. El momento del trabajo a reglamento da el pie para algunos de los gags más cómicos de la película, en los que, más que hacer lo justo y necesario, los empleados maltratan a los clientes de las maneras más hilarantes.

Elvira, ahora rebautizada Elvira Fernández para poder trabajar en la empresa de su padre sin que este se entere, se suma desde el primer momento a la lucha de los trabajadores e inicia una afrenta indirecta con su padre. A través de esta nueva personalidad que funciona como un alter ego, nuestra heroína de la clase alta no solo será «una empleadita humilde perdida entre miles de muchachas que se ganan el pan», sino que se convertirá en un símbolo de la lucha sindical.

Además de Paulina Singerman en el rol principal, Juan Carlos Thorry en el de su enamorado y Tito Lusiardo como el cómico del grupo, el reparto incluye a Sofía Bozán y a Carmen del Moral, quienes junto a los protagonistas introducen otra de las grandes aristas de este film, la musical. Las distintas canciones se identifican con cada uno de los personajes y expresan el rol de Elvira y de los enamorados, así como el desplante amoroso, la diversión y hasta la lucha.

El montaje, la tensión y el dinamismo en las escenas de la huelga son excepcionales, y el balance entre el tono general de comedia y los momentos dramáticos es sublime, como suele suceder con el cine argentino de esta época. Entre un trabajador que se afana cosas de la empresa para arreglar las injusticias sociales y una mujer que aprende a perdonar el desamor, Romero nos muestra que se puede llorar en la comedia y reír en la desgracia.

  • Imagen de perfil de Betania Vidal

    Completamente apasionada por el cine clásico y la música de antes. Negada a dejar caer en el olvido a los artistas que ama. Redactora y creadora de Edición Sunset.

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